Manuel E. Yepe/Cubadebate
Grecia, cuna de la democracia esclavista, parece encaminada a estar entre los países llamados a excavar la ya próxima sepultura de la democracia capitalista.
“Para comprender lo que el futuro depara al pueblo de Grecia, usted debe imaginar que un intruso llega a su casa, le apunta a la cabeza con un arma y le exige que le entregue su salario, sus ahorros, su auto, su televisor y su refrigerador”. Así ve la situación el escritor y periodista estadounidense Zoltan Zigedy en su sitio Web “ZZ´s Blog” donde, bajo el título “Capitalism Mugs Greece. Who is Next?”, explica que el pueblo griego no se benefició para nada con las orgíacas ganancias de la banca internacional, ni estimuló su irresponsable conducta y, sin embargo, ahora se le fuerza a pagar el precio de los daños causantes del colapso del sistema capitalista mundial.
“Y si la invasión, el robo armado y la extorsión son crímenes, Grecia es sin dudas la víctima de un crimen. Y la Unión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional son los criminales… con los líderes y parlamentarios del Pasok tratando legitimar el crimen”.
Alimentado por una fuerte inyección de fondos públicos, el sector financiero del mundo capitalista desarrollado, que no fue condenado ni castigado por sus acciones conducentes al desastre que se pretendía reparar, retornó con fuerza a la especulación y, ahora, ataca las deudas soberanas de países como Grecia, Irlanda, Portugal y España, los más vulnerables en Europa, forzándoles a la conversión de la deuda privada en deuda pública.
Con pocas excepciones, estos países se vieron obligados a contraer mayores deudas para estimular el crecimiento económico ante la severa caída de la inversión y la demanda general, a nivel global. Las economías capitalistas quedaron sin otra opción que no sea la de seguir hundiéndose.
La fórmula para la recuperación en casos de recesión -que los economistas capitalistas presentaban como ley universal- partía de que el déficit y los gastos generadores de deudas promovían el crecimiento y la inflación que, a su vez, incrementaban los ingresos impositivos y abarataban la deuda permitiendo que la deuda pública se redujera con respecto al producto económico.
Hoy, según Zigedy, dos factores han cambiado esta dinámica. Primero, la dominación casi total de la ideología neo-liberal ha ido conformando en la opinión un gran temor a cualquier grado de deuda pública. En segundo lugar, por décadas, los cambios en la economía global llevaron a una nueva dinámica que manipula y explota la deuda hasta límites nunca antes vistos. Con muchos de los países capitalistas ricos trasladando sus industrias manufactureras a áreas de bajos salarios, las actividades financieras -administración, manipulación y expansión del capital- asumieron un mayor papel en estas economías.
Nuevas técnicas, instrumentos e instituciones evolucionaron hacia la acumulación de valor excedente -ganancias- en manos de unos pocos comprometidos con el juego financiero.
La combinación de estos dos elementos - uno subjetivo y otro objetivo - ha situado a Grecia en una espiral de la muerte. Con un desempleo en acelerado incremento que ya sobrepasa el 16%, los impuestos que no se cobran, salarios y beneficios recortados, un número creciente de familias sin vivienda y con sus servicios sociales cercenados, los trabajadores griegos encaran un futuro de grave decadencia.
El pueblo griego conoce poco de los exóticos instrumentos urdidos en los centros financieros internacionales para generar las masivas cantidades de capital fantasma que avivan el crecimiento del rapaz sistema y solo indirectamente están familiarizados con las arrogantes e irresponsables acciones de gigantescos bancos internacionales como Bear Stearns, Lehmann Brothers y Goldman Sachs.
Zoltan Zigedy recomienda a sus compatriotas que vean la similitud que tiene el asalto al pueblo griego con la situación que enfrenta la ciudadanía en Estados Unidos. “Debía inspirarnos la resistencia popular en Wisconsin, Ohio y otros estados y reconocer que lo que tenemos por delante es una lucha difícil, muy difícil, sin dejarnos seducir en esta lucha por falsos aliados políticos como el partido demócrata, homólogo en Estados Unidos del Pasok griego”.
Es indudable que para la humanidad toda el colapso del sistema capitalista mundial no será nada fácil, porque nadie duda que hará todo lo posible por retardar la debacle propia descargando sobre el resto del mundo, sus aliados inclusive, los perjuicios coyunturales.
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