jueves, 28 de mayo de 2009

BEATRIZ ADRIÁN, periodista de GLOBOVISIÓN, Agrede a periodista de VTV


Encontré esto en un blog amigo, y lo transcrbiré tal cual es, esto es un paréntesis del trabajo que llevamos de publicar el libro LA GAVIOTA HUMANOCRÁTICA. Vean la cara de PERRA de BEATRIZ ADRIAN al momento de EMPUJAR a la periodista de Venezolana de Televisión.


Caracas, 27 Mayo 2009.- Tal como sucedió en días pasados con el periodista y dirigente de la derecha internacional Álvaro Vargas Llosa, el canal privado Globovisión intentó una vez más crear un show mediático, esta vez con el arribo al Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía del escritor peruano nacionalizado español Mario Vargas Llosa, quien llega a Venezuela para asistir al Encuentro Internacional Libertad y Democracia, organizado por Cedice, y que ha sido calificado por la prensa internacional como un ‘Congreso Internacional Antichavista’.


A pesar de que al salir de la aduana habló con los medios de comunicación presentes en el sitio, minutos antes el novelista y ex candidato a la presidencia de Perú por el partido conservador Frente Democrático (FREDEMO), denunció vía telefónica a Globovisión que autoridades policiales lo mantenían detenido. Igualmente, dijo que le estaban requisando las maletas y que no se le permitiría trasladarse a la ciudad de Caracas, capital de la República, por sus propios medios sino por una escolta policial. Como en otras oportunidades, una periodista de la empresa privada de comunicación, esta vez Beatriz Adrián, realizó un reporte telefónico en el que señaló que esta situación ’se está haciendo para que el escritor no declare a los medios de comunicación que están apostados en el terminal aéreo’. Beatriz Adrián es conocida en Venezuela por “armar” un paquete mediático en donde se acusaba al Gobierno Nacional de un presunto acoso y seguimiento a la periodista por funcionarios del rrrrégimen. Adrián organizó un espectáculo hace más de dos meses en una panadería caraqueña, donde denunció una presunta persecución en su contra y culpo a dos ciudadanos por ello, alegando incluso que los mismos eran funcionarios del cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC).


Contrario a esto, precisamente fue dicha periodista y su equipo de apoyo técnico, quienes entorpecieron la labor de los otros canales y medios presentes, denuncia que fue realizada por la periodista de Venezolana de Televisión (VTV), Erika Ortega, quien vio imposibilitada su tarea reporteril dada la acción de Beatriz Adrián y de los escoltas asignados por los organizadores del evento internacional y el personal de Globovisión que la derribaron al piso por lo menos dos veces. Ortega acusó a Adrián de haberla empujado en tres ocasiones durante el recorrido de Vargas Llosa, lo que fue negado por la periodista de Globovisión, llamándola “loca”, al tiempo que la filmaba a ella y a su equipo con un celular. Vea aquí la grabación completa del altercado:

Asimismo, se verificó que no fue cierto la denuncia hecha por Vargas Llosa, también Presidente de la Fundación Internacional para la Libertad, organización que se dedica a coordinar la red de entidades de la extrema derecha en América Latina y sus aliados en otros continentes, ya que tal como se pudo apreciar por las pantallas de VTV y otros canales de televisión, éste salió del aeropuerto por sus propios medios y partió rumbo a Caracas en un vehículo particular.


FUENTE: http://orhpositivo.wordpress.com/

domingo, 10 de mayo de 2009

La Gaviota Humanocrática (Propuesta ideológica para la discusión) V


La ruptura política bolivariana del 98. 

 Las etapas del proceso bolivariano 

La crisis de gobernabilidad de los 90 y el tránsito de la táctica de la insurrección popular a 

la electoral, permitió articular una gran alianza política que permitió el triunfo 

institucional bolivariano. Para ello fue preciso transformar los instrumentos políticos en 

instrumentos electorales eficaces que permitieran obtener la victoria y se optó por la vía 

pacífica y democrática para el cambio y la transformación.  

Para alcanzar los objetivos anteriores, fue preciso transformar el MBR-200 en un 

movimiento electoral: Movimiento Quinta República (MVR) que nunca aspiró a otra cosa 

que a generar un movimiento amplio, que permitiera conducir a la victoria en las urnas. 

Pero que en ningún caso, por su composición, su falta de norte ideológico claro, así como 

su estructura política, podría ser el instrumento político que pudiera gerenciar el cambio. 

Por lo menos no en su forma originaria. También fue preciso construir un espacio para las 

alianzas, como lo fue el Polo Patriótico, que cobijó electoralmente a todos aquellos que 

desde sus propias estructuras políticas estuvieron de acuerdo en participar en la 

propuesta bolivariana.  

El 1998, se abre un nuevo ciclo en la política venezolana que muestra a las claras la 

posibilidad de una ruptura con los viejos y los nuevos patrones de acumulación de la 

burguesía contemporánea. Por un lado, las viejas elites que estaban siendo desplazadas, 

ahora dispersas, divididas, pero todas tenían como objetivo capturar a la Revolución 

naciente, cooptarla, impedir que concretaran sus intenciones de cambiar las estructuras 

de país, asimilarla mediante un beso de muerte, convertirla en una de ellos, en una 

esperanza popular fallida. Simultáneamente, desarrollan sus planes subversivos con 

cautela, esperando la oportunidad para aparecer. No cejan en la idea por convertirse en 

instrumentos de los nuevos requerimientos del gran capital. Por otro lado, se presenta el  

heterogéneo campo bolivariano conformado por variados factores, que van desde la 

extrema derecha hasta los revolucionarios, pasando por los oportunistas y los 

conciliadores. Factores políticos, cada uno con su ideología.  

La primera etapa del Proceso Bolivariano se pudiera definir como un período 

constitucional y de legitimación electoral. En esta etapa de reacomodo jurídico, político 

y administrativo, el campo bolivariano pudo mantener relativa coherencia, las tensiones 

transitaban soterradas. Los sectores revolucionarios, poco claros, imprecisos, poco 

precavidos, actuando por instintos, sin objetivos, con más entusiasmo que claridad, se 

rendían a la embriagues de los triunfos. Entre tanto los sectores internos más 

reaccionarios del proceso tenían como objetivo colocar en puestos claves sus agentes, y 

confiaban de esa forma con controlar la elaboración de las leyes y de esa manera castrar la 

Constitución y dirigir el proceso.  

Es de la mayor importancia señalar que en esta fase la pugna por la hegemonía del 

proceso estuvo centrada entre el sector militar nacionalista de derecha y el sector de la 

burguesía modernizadora. Ambos se confrontaron para capitalizar los principales puestos 

en el ejecutivo y así conducir la Constituyente. Vieron con preocupación algunas de las 

reformas sociales, el inicio de las diferencias con Estados Unidos y el acercamiento con 

Cuba. La primera baja de la amplia alianza electoral bolivariana se produjo a principios 

del año 2000 y fue la salida de la tendencia militar nacionalista de derecha, derrotada en 

su intento por capitalizar el proceso. En lo adelante y hasta mediados del año 2001 la 

tendencia burguesa modernizadora, en lo esencial, hegemonizó la Revolución 

Bolivariana. De manera paulatina estableció su control sobre la Constituyente, las 

elecciones legislativas y para gobernadores y alcaldes. Tuvo un papel importante en el 

control de sectores importantes del ejecutivo, el legislativo y hasta en el partido de 

gobierno: el MVR. Las diferencias entre estos dos sectores en ningún caso deben ser 

valoradas como simple conflicto entre personas, sino como contradicción entre dos 

tendencias políticas con intereses diferentes, pero no antagónicos. Es por ello que la 

tendencia militar de derecha vio al miquelenismo como su competidor frente a su intento 

de hegemonizar el proceso bolivariano. Sin embargo, hoy cuando ambas tendencias en lo 

fundamental están fuera de la Revolución Bolivariana, concilian inmoralmente sus 

intereses dentro del amplio espectro que integra la contrarrevolución.      

Se puede decir que la primera etapa del proceso bolivariano concluyó de manera ofensiva 

y exitosa. La revolución se impuso en más de ocho elecciones, logro avanzar hacia un 

nuevo ordenamiento jurídico del país, se ganó la mayoría en el parlamento, en las 

gobernaciones y una importante cuota de las múltiples alcaldías. En el plano económico, 

se detuvo el decrecimiento de la economía y se avanzó hacia una estabilidad 

macroeconómica que controló de manera importante la inflación y los indicadores más 

relevantes. Quizás uno de los mayores éxitos fue la estrategia petrolera internacional, que 

contribuyó a alcanzar precios dignos para nuestra principal fuente de recursos nacionales 

que en el año 1998 estaba en 9 US$ el barril.     

Los oligarcas de afuera se mantenían a la defensiva, aplastados por la derrota electoral 

que los agobiaba y con el uso inteligente de los propios instrumentos de legitimación del 

sistema. Su única reivindicación de entonces, que es la misma de hoy, era la bandera del 

antichavismo. Si realizamos un análisis de la etapa, ya en ese período se habían elaborado 

y desarrollado las mismas consignas y concepciones para la salida de Chávez. La vía del 

golpe y la institucional, los esfuerzos por controlar el Tribunal Supremo de Justicia y 

otros más que hoy ya conocemos con claridad. En este punto es importante preguntarse: 

¿Por qué entonces esa oposición no era capaz de convocar una marcha y ni siquiera una 

movilización relevante con las mismas consignas y hoy si lo puede hacer? ¿Cuáles son los 

factores y las causas que permiten este cambio en la actividad de la oposición que en 

realidad carece de un nuevo discurso y no tiene ningún proyecto de país alternativo al 

chavismo?  

La Gaviota Humanocrática (Propuesta ideológica para la discusión) IV

CONSIDERACIONES SOBRE LA GÉNESIS Y

DESARROLLO DE LA COYUNTURA VENEZOLANA ACTUAL


Hacia finales de los años 80 y principios de los 90 comenzó a dar muestras de

agotamiento el modelo de acumulación burgués vigente en el país. El binomio

populismo-renta petrolera ya era incapaz de garantizar los nuevos requerimientos del

capital transnacional, de las elites políticas nacionales y de la sociedad venezolana. Al

mismo tiempo, para las elites nacionales extranjerizadoras era impostergable adecuar la

arquitectura política venezolana al nuevo patrón de acumulación económico y al diseño

ideológico, político y social que los grandes capitales transnacionales neoliberales venían

imponiendo al resto de América Latina y al mundo del subdesarrollo. El último gobierno de Carlos Andrés Pérez fue el intento de conciliar los dos problemas pendientes para la estatista burguesía nacional, que necesitaba dejar atrás el populismo rentista, pero no estaba preparada para transitar hacia el neoliberalismo. Así Pérez intenta la opción de transitar al neoliberalismo salvaje, sin modificar, en lo fundamental, la vieja estructura económica y política. La derrota de Pérez agudizó lacrisis del modelo populista-rentista, pero también constituyó la primera derrota

neoliberal en América Latina y el Caribe. El fracaso simultáneo del populismo rentista y

de su modelo de recambio, abrió una crisis de gobernabilidad, que planteó la necesidad

de un reacomodo de los grupos de poder del gran capital transnacional y las elites

nacionales. Se inicia una fase histórica de readecuación de los factores de la dominación

para configurar un nuevo pacto y una nueva arquitectura política de dominación.


Carácter y contenido de la Revolución Bolivariana


La insurrección del 4 de febrero colocó a actores inéditos en el escenario político

nacional y disloco las viejas cúpulas políticas. Grupos que hasta hoy carecen de una

propuesta política de recambio, que les permita la readecuación del esquema burgués de

dominación. El Bolivarianismo es la expresión histórica del vacío de poder generado por

la crisis del modelo rentista y de la derrota neoliberal. El Bolivarianismo, emerge como el

heredero de las mejores tradiciones revolucionario-democráticas burguesas y

patrióticas latinoamericanas. Es un intento de relanzar los valores de la democracia y la

libertad, de la soberanía y la independencia, de la justicia social y el internacionalismo

burgués clásico. Se presenta como una opción pacífica y democrática para transformar

la sociedad venezolana. La pretensión de relanzar los valores revolucionarios del

capitalismo clásico, que el neoliberalismo salvaje no está en capacidad de respetar,

convierte a la Revolución Bolivariana antineoliberal, en un proyecto contrario a la forma

dominante del capitalismo contemporáneo.

A partir de su carácter político-ideológico referencial, el movimiento bolivariano es

integrado por una alianza cívico-militar de cinco grandes grupos o tendencias políticas,

que pugnaron o pugnan por hegemonizar el proceso y satisfacer sus intereses políticos,

económicos e ideológicos en el bolivarianismo. Todos ellos conocedores de que en los

marcos del rentismo petrolero o del neoliberalismo de Pérez, era imposible conseguir sus

objetivos. Sin ánimo de avanzar hacia una tipificación exacta de los mismos y más bien

con el objetivo de alcanzar una caracterización, que nos permita comprender la situación

actual.

Un componente esencial del proceso bolivariano es el sector militar que tuvo y

tiene una importancia trascendental dentro del proyecto político. No obstante, sería un

error no diferenciar en la composición del estamento militar bolivariano, lo que no

disminuye para nada sus méritos políticos e históricos. Dentro de los uniformados

podemos distinguir un grupo de militares nacionalistas bolivarianos de derecha y otro

de militares bolivarianos patrióticos y revolucionarios. En la etapa inicial entre ambos

grupos existía una estrecha relación que se fue decantando a lo largo del desarrollo y la

profundización misma del proceso. Es más, en lo adelante veremos que cuando se

produce la ruptura entre estos dos grupos, con los militares de derecha se fueron

confundidos algunos militares patrióticos y con los patrióticos se quedaron algunos de

derecha, por distintas razones, que no es preciso dilucidar ahora.

Por militares nacionalistas de derecha entendemos un grupo, esencialmente, de

oficiales y militares que consideraron que la solución a la crisis del “Pacto de Punto Fijo”

y a los problemas del país, estaba en manos exclusivamente de los uniformados. Según su

criterio sólo los uniformados eran los capacitados para poner mano dura y asumir entre

ellos las principales responsabilidades de la nación. Sin embargo, la mayoría de ellos no

estaba por acompañar un cambio profundo en las relaciones de poder y en la

subordinación al poderío de los Estados Unidos. Los militares patrióticos bolivarianos

revolucionarios, como tendencia, en su mayoría fueron los oficiales de baja graduación y

soldados, más apegados al pueblo, más conscientes de la necesidad de cambios y

dispuestos a avanzar hacia transformaciones estructurales, de cara a la verdadera

independencia y soberanía nacional.

Dentro de la alianza bolivariana también ingresaron, al menos tres sectores político-

económicos civiles. Un sector burgués modernizador nacionalista, un sector

socialdemócrata y las distintas expresiones de la izquierda. El grupo burgués

modernizador optó por la alianza bolivariana con el fin de alcanzar sus pretensiones de

avanzar de manera paulatina y no traumática, hacia un modelo neoliberal moderno con la

privatización de las pensiones y de otras áreas estratégicas de la economía a favor de

algunos actores económicos emergentes del capital nacional y transnacional. En lo

esencial representó a los grupos económicos nacionales de Petrica-Tobías Carrero y no

tenía el más mínimo interés de avanzar hacia transformaciones económicas y sociales de

fondo, incluso dentro del capitalismo. Esta tendencia tampoco pretendió ir hacia la más

mínima confrontación con los grupos de poder mundial. A pesar de que la propuesta

neoliberal entra en una contradicción bastante profunda con sus intereses nacionales, en

los últimos meses, como después veremos, este sector se plegó a sus propios enemigos.

Otro componente del proceso bolivariano son las tendencias socialdemócratas, que se

integraron al proceso a última hora y cuando casi no quedaban dudas sobre la victoria.

Ellas se integraron con la opción de replantearse de manera ambigua y timorata el tema

de la redistribución de algunas cuotas de poder en el país, de avanzar hacia una mayor

redistribución de la riqueza y representar a las clases medias. Sin embargo, por su

profundo carácter servil, sumamente volátil y asustadizo, no pretende confrontar en lo

absoluto con los grupos de poder nacionales e internacionales. Esta tendencia desde su

origen ha mostrado su profundo carácter oportunista, mostrándose en la frontera entre el

proceso bolivariano y la oposición. Siempre temerosos de quedar atrapados en la caída

del proyecto bolivariano, hoy aparecen divididos una parte en la oposición y otros dentro

de los bolivarianos, pero casi en sus límites externos. De ellos existe una gran diversidad

de posiciones y posturas, todas oportunistas e inconsecuentes.

Finalmente, la Alianza bolivariana fue integrada por una gran diversidad de

tendencias y posturas de izquierda que merecerían un trabajo en sí mismo. La mayoría

de la izquierda llegó formalmente con la aspiración de avanzar cambios revolucionarios

en el país, pero en realidad, cuando se observa de manera detenida se ve que algunos, ya

se habían acomodado a vivir en los intersticios del sistema burgués (alcaldías,

gobernaciones, universidades, puestos públicos, etc). Una izquierda que se acostumbró a

ser oposición y perdió la vocación de poder. Es por ello que en algunos sectores se

observa una postura temerosa, no consecuente, sino conciliadora y en ocasiones hasta

entreguista de las conquistas populares. Muchos de estos cuadros que llegaron al proceso

en el portaviones Chávez, ya estaban cansados y no constituyen hoy una expresión de la

verdadera vanguardia del proceso bolivariano. No son un referente real, ni portavoces

auténticos de los verdaderos sentimientos revolucionarios del pueblo Bolivariano.

Frecuentemente son ellos los que están llamando al pueblo a la moderación, en lugar de

convocarlo a la revolución. En muchas ocasiones, sus supuestas posturas conciliadoras y

moderadas son más una expresión de la defensa de sus intereses personales, que de los

verdaderos anhelos sociales. Es por ello que entre la población, los dirigentes con estas

características no tienen aceptación.

Por otra parte, encontramos entre la izquierda un núcleo de revolucionarios y gente

progresista que están dispuestos a desarrollar y defender el proceso hasta las últimas

consecuencias. Un sector de la izquierda emergente que es diverso en desarrollo, con

sentido de poder y creciente liderazgo popular. Muchos de ellos lejanos a las estructuras

partidistas, otros con organizaciones pequeñas, pero sin acceso a los espacios de toma de

decisiones. Después de la retirada del sector militar de derecha, de la burguesía

modernizadora y de las posturas temerosas y ambiguas de la socialdemocracia, al proceso

no le queda otra alternativa que trabajar en una alianza cívico-militar entre lo mejor de la

izquierda revolucionaria y los militares patrióticos bolivarianos. Es decir, el núcleo duro,

los puestos claves en la toma de decisiones, la dirección colectiva debe estar integrada

con los sectores que están dispuestos a avanzar con el proceso bolivariano hasta las

últimas consecuencias y hasta el costo de sus propias vidas. Aquí estamos hablando de

tendencias y de la evolución gruesa del proceso.

Otro tema es que existen personas e individuos que han evolucionado, por distintas

razones, más allá de las posturas políticas e ideológicas de las que proceden. Personas que

evolucionan y se desarrollan con lo que se ganan la posibilidad de continuar

acompañando la Revolución desde cargos de dirección.


Espiritualidad Bolivariana: mística e ideología revolucionaria


Uno de los temas trascendentales que sólo apuntaremos, pero que merecen un desarrollo

ulterior, es el de la espiritualidad revolucionaria. Sin una espiritualidad revolucionaria y

sin una ética de la entrega, no hay ni habrá nunca revolución. Toda Revolución requiere

de una alta cuota de generosidad, de entrega de bienestar personal a cambio de

conquistas sociales. Para ello se requiere de una ética que ponga por delante los intereses

colectivos, sociales, patrióticos a los personales e individuales. No puede haber

revolución donde hay un dirigente bolivariano corrupto que pone su beneficio personal,

sobre los intereses de la república. Por cada uno que tengamos corrupto, hay varias

decenas de ciudadanos alrededor de él que también son corrompidos y no podrán creer

nunca en una espiritualidad revolucionaria para el cambio. Lo mínimo que se puede

hacer, ya que no se les aplica la ley, es separarlo de las filas.

Pero la espiritualidad revolucionaria no aparece por obra y gracia del espíritu santo. La

espiritualidad revolucionaria es necesario construirla de manera consciente. Es precisó

estructurarla de manera colectiva y socialmente. Los discursos del presidente y sus

sistemáticas alusiones a Bolívar han logrado despertar los valores patrióticos y

revolucionarios en un sector importante de la población Por ejemplo, el himno nacional

que muchos ya no lo conocían hoy se canta de manera sistemática en las actividades. La

gente lo conoce y hasta lo entona en determinados momentos difíciles para el país. Para

ayudar al trabajo del presidente es preciso continuar esta labor con instrumentos de

formación y educación que conviertan esta espiritualidad bolivariana en una mística

revolucionaria.

Si para la mayoría de la población es imprescindible la espiritualidad bolivariana, para los

cuadros a todos los niveles es imprescindible una ética y una mística bolivariana

revolucionaria. El dirigente político debe ser ejemplo para el pueblo. Este debe ser el

primero a la hora de sacrificarse y el último en recibir los beneficios. Debe estar en la

vanguardia a la hora de los sacrificios y en la retaguardia en la repartición de los panes y

los peces. ¿Cómo entender que muchos de nuestros cuadros se enconcharon mientras que

el pueblo casi de manera autónoma se fue a los cuarteles y las bases militares. ¿Cómo es

posible que la mayoría de los dirigentes no salieran al frente del pueblo para encabezar la

manifestación? ¿Cómo entender que mientras el pueblo pide y apoya la radicalización del

proceso, encontramos que algunos de los que nos deben dirigir tienen una postura

conciliadora vergonzosa? En ocasiones pudiera parecer que el pueblo se va para la

izquierda y algunos cuadros para el centroizquierda. Sin liderazgo, sin una ética y una

mística revolucionaria, se podrán construir muchas cosas, pero nunca una revolución. No

es posible construir un edificio cuyos pilares fundamentales son de un material

inconsistente y que cede a cada momento.

Para educar al pueblo en la espiritualidad bolivariana y a los líderes en una mística y una

ética revolucionaria, es preciso exigirles una educación ideológica y una práctica

revolucionaria sistemática. En esa dirección es necesario desarrollar la ideología

bolivariana con lo mejor del pensamiento del Libertador y del pensamiento universal. Por

largo rato, y para realizar cualquier cambio en el horizonte visible, será suficiente el

bolivarianismo. Desde el bolivarianismo podemos hacer las transformaciones y los

cambios que necesita el país, pero es preciso el desarrollo teórico del contenido y la forma

de la ideología bolivariana. Que no es simplemente repetir lo que dijo Bolívar, sino

adecuarlo a nuestros tiempos.

Si bien es cierto que uno de los grandes objetivos del proceso es tratar de incorporar a la

mayor parte de los sectores de la sociedad, el núcleo duro y revolucionario de conducción

del proceso debe ver más allá de lo meramente táctico e inmediato, para poder avanzar

de cara a la hegemonización bolivariana de la sociedad, a la conquista de la espiritualidad

bolivariana, de la mística y la ética del liderazgo que conducirá el cambio y el acelerado

desarrollo de la ideología bolivariana. Sin ellos no habrá cambio revolucionario posible.

La Gaviota Humanocrática (Propuesta ideológica para la discusión) III

DERROTEMOS LA CAPITULACIÓN

En 1812 se perdió la Primera República: el Generalísimo Francisco de Miranda,

Comandante en Jefe del ejército emancipador, firmó una capitulación frente al representante

opresor Domingo Monteverde. Con esta capitulación se perdió la República y ocurrió la

primera gran traición a los sueños libertarios del pueblo. De esta manera, se instaló desde

los orígenes mismos de la nacionalidad lo que iría a signar la historia de la América Latina:

“Cuando las fuerzas emancipadoras se muestran conciliadoras y confiadas frente a la

opresión, irremediablemente son derrotadas, traicionadas.”

Oigamos a Bolívar, cuando en el Manifiesto de Cartagena enjuicia la caída de la

Primera República e invita a mejorar la conducta de la América, a corregir los vicios y

aprender las lecciones dejadas por esos terribles acontecimientos:

El más consecuente error que cometió Venezuela al presentarse en el teatro

político fue, sin contradicción, la fatal adopción que hizo del sistema tolerante, sistema

improbado como débil y ineficaz, desde entonces, por todo el mundo sensato, y

tenazmente sostenido hasta entonces hasta los últimos períodos, con una ceguedad sin

ejemplo.

Más adelante reafirma la idea, cuando dice:

Al abrigo de esta piadosa doctrina, a cada conspiración sucedía un perdón, y a

cada perdón sucedía otra conspiración que se volvía a perdonar, porqué los gobiernos

liberales deben distinguirse por la clemencia. ¡Clemencia criminal, que contribuyó más

que nada a derribar la máquina que todavía no habíamos enteramente concluido.

Hoy, después de casi doscientos años de patria, aparecen una vez más en el escenario

político nacional los espectros del monteverdismo y de la capitulación, como formas de

truncar los sueños de un pueblo. Los monteverdistas, como abanderados de la restauración

de la IV República, y los conciliadores, haciendo su labor de zapa infiltrados en el campo

revolucionario, pactan solapados por debajo de la mesa la entrega de la Revolución

Bolivariana. Persiguen adulterarla y maniatarla en la negociación, despojarla de su esencia:

el fervor popular y la voluntad de cambio. Plantean una convivencia pacífica antinatural.

La de los expoliadores con los humildes, la de la emancipación con la opresión. Y el precio

de esta convivencia es no profundizar la Revolución, convertirla en una caricatura de sí

misma. Volver al pasado. Ya no hablan de los intereses de los humildes contrapuestos a los

intereses de los oligarcas. Ocultan que la discordia entre los venezolanos no es producto de

la voluntad de algunos, sino de las condiciones de miseria en que viven millones de

venezolanos, y que esta miseria es producto de la apropiación ilícita de la riqueza social por

un puñado de oligarcas privilegiados. Piensan que si le prestan un servicio a los oligarcas

estos los dejarán comer las migajas del banquete y olvidarán su tránsito estruendoso al lado

del Comandante Chávez. Sueñan con volver al pasado y que todos olviden a la Revolución.

Al igual que en 1812 se equivocan al confiar en el opresor. Estos conciliadores

infiltrados de hoy se equivocan cuando pretenden, basados en cálculos egoístas y

personales, buscar soluciones electorales a problemas que están fusionados a la estructura

social de Venezuela y de la América Latina. Son cómplices cuando permiten

conscientemente, pero “bajo un manto supuestamente democrático y jurídico”, la injerencia

del imperio en nuestros asuntos internos. Entregan los sueños más caros de nuestro pueblo,

cuando ingenuamente creen en las buenas intenciones de Gaviria, emisario azucarado de

las oligarquías del continente, que tiene como misión acabar con “el mal ejemplo” del

Comandante Chávez y de la Revolución Bolivariana. Sin embargo, su mayor error es pensar

que es posible regresar a las tinieblas a un pueblo, que ha comenzado a tomar conciencia de

su papel histórico.

Los Revolucionarios Bolivarianos, no podemos permitir que se desvié el esfuerzo de

profundización de la Revolución hacia una legitimación electoral absurda y

anticonstitucional. El Presidente Chávez y el proceso bolivariano son la experiencia política

más legitimada y más democrática en todo el mundo. El problema planteado no es entre

legitimidad y no legitimidad, entre elecciones y Golpe de Estado, sino entre revolución y

contrarrevolución, entre antichavismo y chavismo. Una disyuntiva que difícilmente podrá

ser solucionada en una justa electoral. Es más, si las elecciones son ganadas por la oposición

y no podemos nunca descartar esta perspectiva, en un proceso que tendría lugar en

condiciones sumamente adversas, las elecciones serían aceptadas. Por otro lado, si triunfara

el Presidente Chávez, para ello ya se viene imponiendo por algunos la matriz de fraude y de

inmediato el proceso electoral sería desconocido, con lo que se crearía la justificación para

continuar en la actividad contra la Revolución. Ya se preparan para desconocer las

elecciones que ni siquiera tienen fecha, ya hablan con insolencia de un fraude chavista en

esas hipotéticas elecciones. ¿Hasta cuando un proceso político tiene que legitimarse y

paralizar su actividad de construcción? ¿Hasta cuando y hasta donde resistirá ese pueblo al

que le hemos pedido todo y no acabamos de darle lo prometido? ¿El pueblo aceptará que

sin su consentimiento negociemos cupularmente el mandato constitucional que se nos

otorgó? ¿No estaremos contribuyendo a desmovilizar la Revolución desde arriba?

A nosotros, miembro del gobierno y de la dirección bolivariana el pueblo nos ha dado

un mandato para defender sus sueños, realizar sus anhelos y construir sus utopías, pero no

para desvirtuar el mandato que nos legó o para negociar sus conquistas sin su anuencia.

¡Que nadie piense que tenemos un cheque en blanco! Cualquier proceso que pierda la

brújula, puede perder el favor popular con la misma celeridad con la que lo alcanzó.

Pero, como responsables y dirigentes de esta Revolución Bolivariana, nos corresponde

evitar un baño de sangre a nuestro pueblo. Cada vez somos más tolerantes y posponemos

contradicciones que ya debíamos haber solucionado. Disminuye crecientemente la

autoridad, aumenta la complacencia y el exceso de democracia, que son interpretadas por el

enemigo como debilidad. Todo esto a la larga traerá a nuestro aguerrido y heroico pueblo

confrontaciones mayores y una cuota de sacrificio humano superior al que se quiere evitar.

Este será el momento de responder ante el implacable pase de cuenta del fascismo y frente a

la historia de nuestro pueblo.

No nos engañemos a nosotros mismos, las únicas variantes son revolución o fascismo,

paz revolucionaria o guerra contrarrevolucionaria. Para ello el único camino es profundizar

la revolución con apego a la constitución.

Hoy al igual que en 1812 estamos en una encrucijada histórica: la capitulación frente a

Monteverde, representada en la aceptación de una elecciones aniquiladoras, o, la

continuación de la lucha emancipadora inspirados en el Manifiesto de Cartagena. Hoy

estamos en mejores condiciones que en 1812, tenemos un líder y tenemos un continente que

espera que la espada de Bolívar los vuelva a guiar en la lucha emancipadora, tenemos la

historia para aprender de ella. Estamos seguros que el Comandante Chávez seguirá el

ejemplo de Bolívar, el hombre de las dificultades.

Errores hemos cometido: la impunidad, la falta de una dirección política

revolucionaria, la falta de respuesta a las preguntas cruciales de la revolución, son algunos

de ellos. La actuación de los grupos bolivarianos frente al CNE en el día de hoy fue una

expresión de la falta de dirección y orientación política. ¿Hasta cuando los revolucionarios

aceptarán que sólo ellos sean los reprimidos por su gobierno, con razón o sin razón,

mientras que la oposición es tratada permanentemente con guantes de seda?

Es hora de empezar a subsanarlos los errores y relanzar a la Revolución Bolivariana.

El pueblo espera las órdenes de su dirección para enfrentar al enemigo, dejarlo sólo, en

manos de la capitulación es condenarlo a sucumbir en mil luchas inútiles. Para construir

cualquier sistema u orden político es preciso poner orden y autoridad, sólo con autoridad

podremos hacer todo, sin autoridad nunca estaremos en capacidad de construir nada. Es

por ello que una tarea inmediata es ganar de manera paulatina la autoridad perdida.

En la actualidad es imprescindible ir a la mesa de diálogo, pero de allí ellos deben

salir derrotados como anti-demócratas, por intentar irrespetar el orden institucional vigente.

Es necesario poner a Gaviria entre el respeto a la Constitución y a la democracia (lo que

debe interpretarse como respeto a la Carta Democrática de la OEA) y el irrespeto a la

democracia. Si se trabaja bien ellos mismos levantarán la mesa de diálogo. Este será el

momento para con el aval internacional imponer posturas firmes.

Existe la impresión de que algunas personas con el mejor deseo, pero con

consecuencias muy negativas, están trasladando la matriz de que la Revolución está contra

la pared, de que no tiene otra alternativa que la convocatoria a elecciones y eso no es cierto.

La realidad es que la Revolución tiene una gran fortaleza popular y esto es de fácil

comprobación. También debemos saber existen muchos intereses personales, por lo que

algunos hacen coincidir sus intereses particulares con los electorales, antinacionales.

Finalmente, en los dos actos políticos en los que recientemente debía participar el Presidente

y la asistencia fue muy escasa, hemos comprobado que hubo problemas evidentes de

convocatoria y de organización, los que algunos pretenden explicar por otras vías no

adecuadas.

El pueblo está esperando por las orientaciones de sus líderes. Los bolivarianos

debemos mantenernos unidos y alertas alrededor de los siguientes puntos.

1. Defensa del Comandante Chávez

2. Defensa de la Constitución

3. Unidad cívico-militar revolucionaria.

4. No a las elecciones oligarcas.

5. No a la injerencia de las oligarquías extranjeras

en la política interna

6. Un programa económico de corto y mediano plazo que instrumen te el espíritu de la

Constitución. Vamos con fuerza hacia los cam bios económicos que sustenten a

una sociedad solidaria

y humanista

7. Una Dirección Revolucionaria Nacional

La primera confusión que padecimos en los primeros años de la Revolución bolivariana, fue las

variadas concepciones sobre lo que es una Revolución. Y el entender que esos conceptos de Revolución

se corresponden con una posición ideológica, que a su vez obedece a unos intereses de clases.

En el siguiente trabajo presentado en septiembre del 2002, se resume nuestro parecer sobre la

evolución y las manifestaciones políticas de estas corrientes ideológicas

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