domingo, 10 de mayo de 2009

La Gaviota Humanocrática (Propuesta ideológica para la discusión) IV

CONSIDERACIONES SOBRE LA GÉNESIS Y

DESARROLLO DE LA COYUNTURA VENEZOLANA ACTUAL


Hacia finales de los años 80 y principios de los 90 comenzó a dar muestras de

agotamiento el modelo de acumulación burgués vigente en el país. El binomio

populismo-renta petrolera ya era incapaz de garantizar los nuevos requerimientos del

capital transnacional, de las elites políticas nacionales y de la sociedad venezolana. Al

mismo tiempo, para las elites nacionales extranjerizadoras era impostergable adecuar la

arquitectura política venezolana al nuevo patrón de acumulación económico y al diseño

ideológico, político y social que los grandes capitales transnacionales neoliberales venían

imponiendo al resto de América Latina y al mundo del subdesarrollo. El último gobierno de Carlos Andrés Pérez fue el intento de conciliar los dos problemas pendientes para la estatista burguesía nacional, que necesitaba dejar atrás el populismo rentista, pero no estaba preparada para transitar hacia el neoliberalismo. Así Pérez intenta la opción de transitar al neoliberalismo salvaje, sin modificar, en lo fundamental, la vieja estructura económica y política. La derrota de Pérez agudizó lacrisis del modelo populista-rentista, pero también constituyó la primera derrota

neoliberal en América Latina y el Caribe. El fracaso simultáneo del populismo rentista y

de su modelo de recambio, abrió una crisis de gobernabilidad, que planteó la necesidad

de un reacomodo de los grupos de poder del gran capital transnacional y las elites

nacionales. Se inicia una fase histórica de readecuación de los factores de la dominación

para configurar un nuevo pacto y una nueva arquitectura política de dominación.


Carácter y contenido de la Revolución Bolivariana


La insurrección del 4 de febrero colocó a actores inéditos en el escenario político

nacional y disloco las viejas cúpulas políticas. Grupos que hasta hoy carecen de una

propuesta política de recambio, que les permita la readecuación del esquema burgués de

dominación. El Bolivarianismo es la expresión histórica del vacío de poder generado por

la crisis del modelo rentista y de la derrota neoliberal. El Bolivarianismo, emerge como el

heredero de las mejores tradiciones revolucionario-democráticas burguesas y

patrióticas latinoamericanas. Es un intento de relanzar los valores de la democracia y la

libertad, de la soberanía y la independencia, de la justicia social y el internacionalismo

burgués clásico. Se presenta como una opción pacífica y democrática para transformar

la sociedad venezolana. La pretensión de relanzar los valores revolucionarios del

capitalismo clásico, que el neoliberalismo salvaje no está en capacidad de respetar,

convierte a la Revolución Bolivariana antineoliberal, en un proyecto contrario a la forma

dominante del capitalismo contemporáneo.

A partir de su carácter político-ideológico referencial, el movimiento bolivariano es

integrado por una alianza cívico-militar de cinco grandes grupos o tendencias políticas,

que pugnaron o pugnan por hegemonizar el proceso y satisfacer sus intereses políticos,

económicos e ideológicos en el bolivarianismo. Todos ellos conocedores de que en los

marcos del rentismo petrolero o del neoliberalismo de Pérez, era imposible conseguir sus

objetivos. Sin ánimo de avanzar hacia una tipificación exacta de los mismos y más bien

con el objetivo de alcanzar una caracterización, que nos permita comprender la situación

actual.

Un componente esencial del proceso bolivariano es el sector militar que tuvo y

tiene una importancia trascendental dentro del proyecto político. No obstante, sería un

error no diferenciar en la composición del estamento militar bolivariano, lo que no

disminuye para nada sus méritos políticos e históricos. Dentro de los uniformados

podemos distinguir un grupo de militares nacionalistas bolivarianos de derecha y otro

de militares bolivarianos patrióticos y revolucionarios. En la etapa inicial entre ambos

grupos existía una estrecha relación que se fue decantando a lo largo del desarrollo y la

profundización misma del proceso. Es más, en lo adelante veremos que cuando se

produce la ruptura entre estos dos grupos, con los militares de derecha se fueron

confundidos algunos militares patrióticos y con los patrióticos se quedaron algunos de

derecha, por distintas razones, que no es preciso dilucidar ahora.

Por militares nacionalistas de derecha entendemos un grupo, esencialmente, de

oficiales y militares que consideraron que la solución a la crisis del “Pacto de Punto Fijo”

y a los problemas del país, estaba en manos exclusivamente de los uniformados. Según su

criterio sólo los uniformados eran los capacitados para poner mano dura y asumir entre

ellos las principales responsabilidades de la nación. Sin embargo, la mayoría de ellos no

estaba por acompañar un cambio profundo en las relaciones de poder y en la

subordinación al poderío de los Estados Unidos. Los militares patrióticos bolivarianos

revolucionarios, como tendencia, en su mayoría fueron los oficiales de baja graduación y

soldados, más apegados al pueblo, más conscientes de la necesidad de cambios y

dispuestos a avanzar hacia transformaciones estructurales, de cara a la verdadera

independencia y soberanía nacional.

Dentro de la alianza bolivariana también ingresaron, al menos tres sectores político-

económicos civiles. Un sector burgués modernizador nacionalista, un sector

socialdemócrata y las distintas expresiones de la izquierda. El grupo burgués

modernizador optó por la alianza bolivariana con el fin de alcanzar sus pretensiones de

avanzar de manera paulatina y no traumática, hacia un modelo neoliberal moderno con la

privatización de las pensiones y de otras áreas estratégicas de la economía a favor de

algunos actores económicos emergentes del capital nacional y transnacional. En lo

esencial representó a los grupos económicos nacionales de Petrica-Tobías Carrero y no

tenía el más mínimo interés de avanzar hacia transformaciones económicas y sociales de

fondo, incluso dentro del capitalismo. Esta tendencia tampoco pretendió ir hacia la más

mínima confrontación con los grupos de poder mundial. A pesar de que la propuesta

neoliberal entra en una contradicción bastante profunda con sus intereses nacionales, en

los últimos meses, como después veremos, este sector se plegó a sus propios enemigos.

Otro componente del proceso bolivariano son las tendencias socialdemócratas, que se

integraron al proceso a última hora y cuando casi no quedaban dudas sobre la victoria.

Ellas se integraron con la opción de replantearse de manera ambigua y timorata el tema

de la redistribución de algunas cuotas de poder en el país, de avanzar hacia una mayor

redistribución de la riqueza y representar a las clases medias. Sin embargo, por su

profundo carácter servil, sumamente volátil y asustadizo, no pretende confrontar en lo

absoluto con los grupos de poder nacionales e internacionales. Esta tendencia desde su

origen ha mostrado su profundo carácter oportunista, mostrándose en la frontera entre el

proceso bolivariano y la oposición. Siempre temerosos de quedar atrapados en la caída

del proyecto bolivariano, hoy aparecen divididos una parte en la oposición y otros dentro

de los bolivarianos, pero casi en sus límites externos. De ellos existe una gran diversidad

de posiciones y posturas, todas oportunistas e inconsecuentes.

Finalmente, la Alianza bolivariana fue integrada por una gran diversidad de

tendencias y posturas de izquierda que merecerían un trabajo en sí mismo. La mayoría

de la izquierda llegó formalmente con la aspiración de avanzar cambios revolucionarios

en el país, pero en realidad, cuando se observa de manera detenida se ve que algunos, ya

se habían acomodado a vivir en los intersticios del sistema burgués (alcaldías,

gobernaciones, universidades, puestos públicos, etc). Una izquierda que se acostumbró a

ser oposición y perdió la vocación de poder. Es por ello que en algunos sectores se

observa una postura temerosa, no consecuente, sino conciliadora y en ocasiones hasta

entreguista de las conquistas populares. Muchos de estos cuadros que llegaron al proceso

en el portaviones Chávez, ya estaban cansados y no constituyen hoy una expresión de la

verdadera vanguardia del proceso bolivariano. No son un referente real, ni portavoces

auténticos de los verdaderos sentimientos revolucionarios del pueblo Bolivariano.

Frecuentemente son ellos los que están llamando al pueblo a la moderación, en lugar de

convocarlo a la revolución. En muchas ocasiones, sus supuestas posturas conciliadoras y

moderadas son más una expresión de la defensa de sus intereses personales, que de los

verdaderos anhelos sociales. Es por ello que entre la población, los dirigentes con estas

características no tienen aceptación.

Por otra parte, encontramos entre la izquierda un núcleo de revolucionarios y gente

progresista que están dispuestos a desarrollar y defender el proceso hasta las últimas

consecuencias. Un sector de la izquierda emergente que es diverso en desarrollo, con

sentido de poder y creciente liderazgo popular. Muchos de ellos lejanos a las estructuras

partidistas, otros con organizaciones pequeñas, pero sin acceso a los espacios de toma de

decisiones. Después de la retirada del sector militar de derecha, de la burguesía

modernizadora y de las posturas temerosas y ambiguas de la socialdemocracia, al proceso

no le queda otra alternativa que trabajar en una alianza cívico-militar entre lo mejor de la

izquierda revolucionaria y los militares patrióticos bolivarianos. Es decir, el núcleo duro,

los puestos claves en la toma de decisiones, la dirección colectiva debe estar integrada

con los sectores que están dispuestos a avanzar con el proceso bolivariano hasta las

últimas consecuencias y hasta el costo de sus propias vidas. Aquí estamos hablando de

tendencias y de la evolución gruesa del proceso.

Otro tema es que existen personas e individuos que han evolucionado, por distintas

razones, más allá de las posturas políticas e ideológicas de las que proceden. Personas que

evolucionan y se desarrollan con lo que se ganan la posibilidad de continuar

acompañando la Revolución desde cargos de dirección.


Espiritualidad Bolivariana: mística e ideología revolucionaria


Uno de los temas trascendentales que sólo apuntaremos, pero que merecen un desarrollo

ulterior, es el de la espiritualidad revolucionaria. Sin una espiritualidad revolucionaria y

sin una ética de la entrega, no hay ni habrá nunca revolución. Toda Revolución requiere

de una alta cuota de generosidad, de entrega de bienestar personal a cambio de

conquistas sociales. Para ello se requiere de una ética que ponga por delante los intereses

colectivos, sociales, patrióticos a los personales e individuales. No puede haber

revolución donde hay un dirigente bolivariano corrupto que pone su beneficio personal,

sobre los intereses de la república. Por cada uno que tengamos corrupto, hay varias

decenas de ciudadanos alrededor de él que también son corrompidos y no podrán creer

nunca en una espiritualidad revolucionaria para el cambio. Lo mínimo que se puede

hacer, ya que no se les aplica la ley, es separarlo de las filas.

Pero la espiritualidad revolucionaria no aparece por obra y gracia del espíritu santo. La

espiritualidad revolucionaria es necesario construirla de manera consciente. Es precisó

estructurarla de manera colectiva y socialmente. Los discursos del presidente y sus

sistemáticas alusiones a Bolívar han logrado despertar los valores patrióticos y

revolucionarios en un sector importante de la población Por ejemplo, el himno nacional

que muchos ya no lo conocían hoy se canta de manera sistemática en las actividades. La

gente lo conoce y hasta lo entona en determinados momentos difíciles para el país. Para

ayudar al trabajo del presidente es preciso continuar esta labor con instrumentos de

formación y educación que conviertan esta espiritualidad bolivariana en una mística

revolucionaria.

Si para la mayoría de la población es imprescindible la espiritualidad bolivariana, para los

cuadros a todos los niveles es imprescindible una ética y una mística bolivariana

revolucionaria. El dirigente político debe ser ejemplo para el pueblo. Este debe ser el

primero a la hora de sacrificarse y el último en recibir los beneficios. Debe estar en la

vanguardia a la hora de los sacrificios y en la retaguardia en la repartición de los panes y

los peces. ¿Cómo entender que muchos de nuestros cuadros se enconcharon mientras que

el pueblo casi de manera autónoma se fue a los cuarteles y las bases militares. ¿Cómo es

posible que la mayoría de los dirigentes no salieran al frente del pueblo para encabezar la

manifestación? ¿Cómo entender que mientras el pueblo pide y apoya la radicalización del

proceso, encontramos que algunos de los que nos deben dirigir tienen una postura

conciliadora vergonzosa? En ocasiones pudiera parecer que el pueblo se va para la

izquierda y algunos cuadros para el centroizquierda. Sin liderazgo, sin una ética y una

mística revolucionaria, se podrán construir muchas cosas, pero nunca una revolución. No

es posible construir un edificio cuyos pilares fundamentales son de un material

inconsistente y que cede a cada momento.

Para educar al pueblo en la espiritualidad bolivariana y a los líderes en una mística y una

ética revolucionaria, es preciso exigirles una educación ideológica y una práctica

revolucionaria sistemática. En esa dirección es necesario desarrollar la ideología

bolivariana con lo mejor del pensamiento del Libertador y del pensamiento universal. Por

largo rato, y para realizar cualquier cambio en el horizonte visible, será suficiente el

bolivarianismo. Desde el bolivarianismo podemos hacer las transformaciones y los

cambios que necesita el país, pero es preciso el desarrollo teórico del contenido y la forma

de la ideología bolivariana. Que no es simplemente repetir lo que dijo Bolívar, sino

adecuarlo a nuestros tiempos.

Si bien es cierto que uno de los grandes objetivos del proceso es tratar de incorporar a la

mayor parte de los sectores de la sociedad, el núcleo duro y revolucionario de conducción

del proceso debe ver más allá de lo meramente táctico e inmediato, para poder avanzar

de cara a la hegemonización bolivariana de la sociedad, a la conquista de la espiritualidad

bolivariana, de la mística y la ética del liderazgo que conducirá el cambio y el acelerado

desarrollo de la ideología bolivariana. Sin ellos no habrá cambio revolucionario posible.

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