Etapa de la consolidación revolucionaria
De esta manera arribamos a los días que corren, que podemos llamar la etapa de las
grandes definiciones. No es extraño, entonces que veamos saltos de talanqueras
sorprendentes, reacomodos inauditos, dignidades derretidas, todo explicado por la
ideología que sustenta las acciones. Una restauración monitoreada por la Oficina de
Transición, se presenta coherente, capaz de corregir sus fallas, que ha tomado la calle y ha
pasado a la ofensiva política, actuando en todos los terrenos, militar, jurídicos, políticos,
conspirativos. Con un plan estratégico de transición listo, lo que augura un pronto
acuerdo táctico y nuevos intentos de restauración.
La ofensiva enemiga ha hecho aflorar las grandes fallas del proceso, y también los
grandes aciertos. La restauración ha conseguido horadar las bases materiales de la
Revolución Bolivariana, eso debemos reconocerlo con valentía. En contraste, el gran logro
de la Revolución ha sido despertar la esperanza de redención de los humildes. Abrir la
posibilidad de transformar la intuición de cambio en conciencia. Esta posibilidad
configura, sin duda una situación prerrevolucionaria. Decimos claramente que Venezuela
está en una situación prerrevolucionaria. Más allá de los problemas, de los errores,
tenemos en esto nuestro gran logro, un logro que opaca, aunque no difiere la solución de
las fallas y errores (es más, en esta etapa será preciso construir los instrumentos de
cambio que no se pudieron alcanzar en la etapa anterior y avanzar en una radicalización
del proceso, so pena de perecer en el intento). Cuando un pueblo adquiere conciencia, la
Revolución deja de ser una posibilidad y se transforma en una realidad invencible. Esta
verdad la saben los oligarcas y por eso atacan a muerte a la Revolución bolivariana
Perspectivas inmediatas de la Revolución Bolivariana
El gran problema que tiene frente a sí la Revolución Bolivariana es el de los equilibrios en
el proceso de ruptura con el pasado y en la continuidad de la obra revolucionaria. Hacer
mayor hincapié del necesario en la continuidad con el pasado nos pudiera llevar a una
fase regresiva, en tanto que una ruptura demasiado radical y extemporánea con éste nos
pudiera hacer saltar al vacío y convertirnos en los propios artífices de la derrota
revolucionaria. Es por ello que cuando se enfrenta un proceso de creación social de esta
naturaleza, cuando avanzamos hacia lo nuevo en estas difíciles condiciones, es de la
mayor importancia la calma y la ecuanimidad, junto a la más decidida postura
revolucionaria.
Para empezar, es preciso señalar que en las actuales condiciones no es posible continuar
el proceso sin una radicalización del mismo, sin una profundización que nos permita una
gobernabilidad a las fuerzas revolucionarias, para llevar a cabo los cambios en una
estabilidad política relativa.
¿Qué quiere decir profundizar la revolución en las actuales circunstancias? Profundizar
la revolución, en primer lugar, significa rescatar la autoridad del Estado y las
instituciones revolucionarias, controlar y aplicar la ley a las actividades y las instituciones
contrarrevolucionarias. Significa avanzar hacia un programa económico, político y social
que se adecue a las nuevas condiciones nacionales e internacionales en las que se
encuentra el país. Radicalizar las conquistas sociales hacia los sectores más
comprometidos con el proceso, organizar a la población, avanzar hacia una dirección
colectiva, construir un instrumento político, entre otros.
Para dar este paso sería preciso convocar en corto plazo a un Congreso o una Conferencia
Nacional por la Patria y la Revolución Bolivariana, de la que deberían salir objetivos
precisos para dar los pasos necesarios en el futuro inmediato. Algunas de las
recomendaciones que nos permitimos hacerle para superar la situación actual de la
Revolución Bolivariana son las siguientes:
1. No se ha podido concretar una dirección política del proceso. Toda obra humana
requiere una dirección y si es una obra de gran envergadura en algún momento se hará
visible la necesidad de avanzar hacia una conducción colectiva. Todo ejército tiene un
Estado Mayor, que de manera colegiada discute y decide los pasos a dar. A nosotros nos
falta un Estado Mayor político, dotado de una estrategia clara que guíe a la Revolución en
su faceta de construcción y en la confrontación con la oligarquía restauradora.
2. La organización del pueblo ha sido dejada poco menos que al espontaneísmo. Es
imperativo organizar al pueblo, los intentos de hacerlo hasta ahora muestran magros
resultados. Es necesario una visión clara de cómo organizar, desechando las desviaciones
anarquista y espontaneístas.
3. Es ineludible reconstruir al partido de la Revolución Bolivariana, fundamentado en
una teoría clara, llamado a ser la columna ética, la reserva combativa y la organización
que debe garantizar la continuidad de la Revolución.
4. Es impostergable un programa de la Revolución, en el que lo económico tenga lugar
de privilegio. Un programa que afirme las bases materiales y espirituales para la
revolución. La ética y la espiritualidad bolivariana no saldrán de las buenas intenciones,
sino de las estructuras materiales y económicas que contribuyan objetivamente al
nacimiento y la consolidación social de esta espiritualidad y de esa ideología. Si no
avanzamos hacia formas económicas colectivas y sociales, por lo menos en las formas
parciales que hoy son factibles, no podremos de ninguna manera construir una
espiritualidad bolivariana patriótica y solidaria.
5. Política de cuadros. Es relevante destacar que se viene gestando un proceso
espontáneo, pero dinámico, donde de cada confrontación están emergiendo nuevas
figuras jóvenes con verdadero arraigo popular, una fidelidad hasta la muerte con el
proyecto bolivariano y el Comandante Chávez, pero no comprometidos con las viejas
formas de hacer política. Para ellos está claro que es necesario borrar del horizonte y del
acervo cultural del revolucionario bolivariano el derrotismo de la frase “no se puede”, y
que es preciso caminar junto a la más amplia participación popular en la búsqueda de
formas nuevas y más creativas de avanzar la Revolución Bolivariana en esta difícil
coyuntura nacional y mundial.
6. La opción pacífica y la institucionalidad democrática. Respecto a la opción pacífica,
democrática e institucional es preciso decir que hasta hoy se observan confusiones sobre
el tema. La opción pacífica quiere decir, no armada, pero no significa renunciar a la
violencia social. Toda institución o todo Estado, para imponer el orden, la autoridad y
llevar a cabo las transformaciones que se plantea, requiere del uso de una cuota de
violencia social, que no está reñida ni con la democracia ni con la institucionalidad. Por
otra parte, cuando se habla de opción institucional y democrática es preciso aclarar, que si
se quiere cambios es necesario no quedar atrapados en las formas viejas y representativas
de la institucionalidad y la democracia burguesa. Es una prioridad avanzar hacia formas
nuevas de institucionalidad y de democracia popular que permitan una mayor
gobernabilidad. Hay que ir hacia niveles superiores de participación social y estabilidad
política, producto de la hegemonía social bolivariana, que permitan llevar a cabo los
cambios en una paz social relativa. Nadie debe ilusionarse y esperar que los grupos
nacionales e internacionales, cuyos intereses puedan ser perjudicados, serán
neutralizados por la vía de ninguna concesión, conciliación o negociación. En cualquier
variante que no sea la salida de Chávez, ellos continuaran profundizando su labor de
zapa contrarrevolucionaria.
7. En lo económico, aún es preciso transitar de los éxitos macroeconómicos a los
microeconómicos. Se necesita mantener la estabilidad macroeconómica, pero comenzar a
estimular la economía real, a los distintos sectores productivos. Estimular formas
colectivas de producción frente a las tradicionales expresiones de propiedad individual.
No es posible mantener una alianza con el sector financiero transnacional, que por su
propia naturaleza económica y política es aliado del neoliberalismo transnacional y
seguirá tratando de descapitalizar al país. Su clara postura política la demostró su
representante Salvatierra, cuando en los días del golpe y a pesar de todos los beneficios
que ha recibido la banca en estos años, se pasó al bando de la reacción. Lo mismo sucedió
con el sector importador nacional. En cambio, los productores nacionales, que son los
generadores naturales de puestos de trabajos y aliados imprescindibles del proceso
bolivariano fueron ahogados con las medidas macroeconómicas. En no pocas veces
maltratados y convertidos en muchos casos, en enemigos del proceso.
8. También es necesario avanzar en una estrategia para el control de PDVSA. Para
nadie que pretenda un proyecto de desarrollo será posible un cambio en Venezuela, sino
se controla la principal fuente de recursos y de subversión del país. Pero ello debe
realizarse apegado a una táctica y una estrategia, que debe contar de manera inevitable
con la más amplia participación popular y de todas las estructuras y resortes de poder del
proceso bolivariano en sus distintas fases de implementación.
9. Es de la mayor importancia cuidar las medidas de corte populista, la entrega de
créditos puede y debe valorarse como una forma de ayuda. Pero, es mejor
económicamente si esa forma de ayuda contribuye a la formación de actores económicos
reales y no a la dilapidación de recursos.
10. Es preciso iniciar una reforma estructural de los Ministerios, pero los resultados
económicos no pueden esperar a la conclusión de este proceso. Los ministerios
económicos y productivos están controlados por una burocracia, que en lo esencial
responde a los intereses de la oposición y bloquea los resultados económicos bolivarianos.
Es por ello que se hace preciso subordinar a la presidencia a grupos ad hoc, con tareas
económicas, políticas y sociales claves, que permitan evidenciar resultados en el corto
plazo.
11. Desde el punto de vista político, en esta etapa es claro que debe estructurarse una
dirección colectiva del proceso, las organizaciones sociales y populares que le den piso
político y posibilidades de gobernabilidad, para más tarde avanzar paulatinamente y por
pasos a la formación de una estructura política: un partido o una organización unida.
También es importante crear una nueva estrategia en el legislativo y en las instituciones
de toma de decisiones que permitieran ampliar las bases de participación popular y la
implementación real de la democracia participativa. Finalmente, la transformación más
profunda de los organismos de inteligencia, la policía y otras instituciones que son
imprescindibles para mantener el orden, la gobernabilidad y la autoridad de cualquier Estado.
12. En lo que al terreno social se refiere, la nueva fase bolivariana debe ser declarada
como la conquista de los cerros bolivarianos con proyectos de autogestión y de
organización política y popular de sus habitantes. Los procesos políticos no avanzan por
mucho tiempo sobre la base de la espontaneidad y el entusiasmo. Los hombres se unen y
se organizan en torno a conquistas y logros sociales. Es por ello que el proceso corre el
riesgo de perder apoyo en sectores relevantes de lo popular, si no consigue entregar en
corto plazo conquistas sociales de cierta relevancia social y económica.
Meses después de publicado el anterior documento, sucedía el sabotaje petrolero de diciembre 2002,
que dio como resultado la derrota aplastante de la oligarquía petrolera y cambió el paisaje político
nacional de manera radical. Momentáneamente, la oposición fascista perdió vigencia y la lucha
interna dentro del bolivarianismo pasó a primer plano. En mayo del 2003 se publico este artículo, que
resume las fuerzas que para ese momento estaban pugnando en la escena nacional.
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