DOS VICTORIAS POPULARES Y
DOS COSECHAS RESTAURADORAS
Las revoluciones comienzan con un cambio en la conciencia. Pueden continuar por
varios caminos, pero tarde o temprano se enfrentan a su encrucijada decisiva, que no es otra
cosa que la economía. Una Revolución se define en última instancia por las
transformaciones de las relaciones económicas que sea capaz de llevar a cabo. Es allí donde
van a cimentarse todos los cambios que la Revolución propone, sin esa base de sustentación,
irremediablemente la Revolución perece victima de su propia incapacidad, y presa fácil de
sus enemigos.
La Revolución Bolivariana, después del 11 de abril y de la huelga petrolera, se
adentró en territorios de deslindes que exigen definir las bases económicas del proyecto. Es
aquí donde se está dando la batalla que definirá el rumbo del país y de la Revolución.
Al inicio en la Revolución Bolivariana, que agrupaba a grupos con los más variados
matices ideológicos, desde la extrema derecha hasta los revolucionarios dogmáticos, se
desarrollaron dos grandes líneas de conducta. Unos, los Restauradores Pragmáticos
Internos, guiados por el viejo apotegma de la oligarquía: “hacer los cambios necesarios para
que todo siga igual”, se dedicaron a tomar los centros neurálgicos del poder: el Tribunal
Supremo de Justicia, la Asamblea Constituyente, y después la Asamblea Nacional, los
ministerios principales, etc. Por medio de esta conducta pudieron establecer alianzas, copar
centros de decisión y por sobre todas las cosas implantar su proyecto económico en La
Constitución y las Leyes. Podemos decir que el proyecto bolivariano se talló a imagen y
semejanza de este grupo restaurador. El proyecto restaurador interno persigue impedir la
fundación de relaciones económicas revolucionarias. Postula la necesidad de estimular la
creación de un capitalismo nacional, el cual, supuestamente, por el mero hecho de ser
nacional solucionará los problemas de la republica e impedirá los males de la globalización
capitalista. De esta manera esperaban granjearse las simpatías de los sectores nacionalistas
del ejército, estimular las pasiones nacionalistas de los más pobres, y por último ganarse las
voluntad de la burguesía criolla (prácticamente inexistente) y de los sectores medios que se
verían beneficiados por esta planificación. En este proyecto convergen los “revolucionarios”
en camino hacia la derecha y los capitalistas de maletín, en búsqueda de un acomodo en la
globalización. Independientemente de los cambios políticos ocurridos, y que los más
conspicuos representantes estén en la oposición, el proyecto Restaurador Pragmático
Interno sigue desarrollándose y tiene plena vigencia.
Simultáneamente, con el desarrollo de este proyecto, se produjo un fenómeno que no
veía el país desde la Guerra Federal: en el pueblo humilde se develó la intuición y la
conciencia de su fuerza. La intuición de la situación de fraude social en que había vivido en
los últimos años, y de la necesidad de una Revolución que corrigiera la injusticia. De esta
manera, nos encontramos en el campo revolucionario con un proyecto Capitalista,
maquillador de la expropiación de la riqueza social, y por otro lado nos encontramos con un
pueblo que clama por cambios profundos que subsanen la situación de injusticia en que ha
vivido desde la conquista.
En estas circunstancias, el campo revolucionario se enfrenta a la oligarquía y la
derrota dos veces. Primero en abril, cuando en la calle pueblo civil y militar da una
demostración de conciencia revolucionaria. Esta victoria de la calle tiene como
correspondiente a los factores restauradores internos, que desde el alto gobierno cosechan el
triunfo popular e imponen la conciliación que estaba en sintonía con sus planes económicos.
Así la Revolución pierde la oportunidad de avanzar hacia formas económicas
revolucionarias. Después, el campo revolucionario vence en la batalla petrolera, y aquí se
presenta la mayor oportunidad en toda la historia de este país de avanzar hacia formas
sociales basadas en la justicia. Con la recuperación de PDVSA por parte del pueblo humilde
(recuperación que duro solamente días), se abrió la posibilidad de hacer una
reestructuración en lo sustancial de la economía nacional que nos llevaran a un nuevo
esquema de relación. Nuevamente la cosecha de este triunfo la hicieron los factores
Restauradores Pragmáticos Internos, interesados en mantener lo esencial de la vieja
situación, movieron sus piezas y consiguieron distraer a los trabajadores petroleros con
metas subalternas, lograron que la reestructuración de la principal industria del país y la
que impregna la conducta de toda la nación se convirtiera en unos simples ajustes
administrativos y subalternas y en muchos casos ridículas cooperativas. En lo sustancial la
empresa sigue siendo la misma. La oportunidad de dotar a la Revolución de unas nuevas
relaciones económicas entre los venezolanos se esfumó. Y la Revolución perdió la
oportunidad de construir su base real.
La Revolución se encuentra en una situación de derrota estratégica (que sólo
puede ser revertida por una acción heroica y creadora de conciencia). Se ha perdido la
oportunidad de dotar de una base real a la conciencia revolucionaria, es decir unas nuevas
relaciones económicas que se correspondan con la nueva conciencia revolucionaria. Se
perdió la oportunidad de restituir el equilibrio entre conciencia y base material. Y todo
tiende hacia el restablecimiento de la conciencia de la dominación sentada en el proyecto
económico de construir un capitalismo nacional que, después de cumplido su papel de
obstáculo para los avances revolucionario, será la puerta de entrada a la globalización más
salvaje. No dar una respuesta popular categórica a la guerra de Irak. El desmantelamiento
de las tarimas populares en PDVSA. Las respuestas desesperadas de los obreros y la
comunidad ante la falta de una reestructuración real y profunda de PDVSA. La conducta
electoralista de alcaldes y gobernadores; son algunos de los indicativos de esa tendencia.)
¿Cómo se expresará esto en el terreno político?
El proyecto de capitalismo nacional, dada su inviabilidad, funcionará en lo político y
en lo económico como una válvula de seguridad contra la Revolución, y una vez cumplido
ese papel será barrido por las formas políticas y económicas de la globalización más
salvajes. Estos cambios pueden llevarse horas o pueden llevarse más tiempo, pero siempre
serán precedidos de una gran represión.
Seguimos manteniendo el criterio de que no hay salida electoral, a la confrontación
(que algunos llaman crisis). Los propugnadores de un Capitalismo nacional y de su forma
política, una suerte de neopuntofijismo, se equivocan: ante la debilidad del movimiento
popular (su desmovilización de variadas formas, entre ella la electoral), la oligarquía
impondrá el terror. Las elecciones no son salida a la confrontación. En este momento, sólo
son maniobras de los restauradores para desmovilizar al pueblo y deslegitimar al
gobierno. Ellos no reconocerán su derrota, sin embargo hablarán de un fraude hecho por un
gobierno dictatorial y estarán en mejores condiciones para enfrentarnos, ya que vendremos
golpeados por las tensiones propias de una elección tradicional (divisiones, pugnas por los
puestos, apetencias personales, compromisos por recursos, veedores internacionales, etc.)
En cualquier caso, la Revolución ha perdido terreno y perdido la iniciativa política.
Sólo queda el liderazgo del Comandante Chávez, que ellos tratan de horadar,
despojándolo de la carga revolucionaria y debilitando sus planteamientos. El liderazgo no
cuenta con un partido sólido, y en el campo gubernamental ya se ven en la televisión las
cuñas electorales (especie de sálvese el que pueda) de los mercenarios que quieren
participar en el carnaval electoral que será la tumba de la Revolución.
por dios chavista de mierda callate, sal a la calle y mira lo que este maldito maricon de chavez esta haciendo
ResponderEliminarp.d.: como voy a liberar mi expresion si aqui no se puede???? que paso con RCTV????