Leo Huberman
EL SOCIALISMO
16. — La Economía Socialista Planificada Hagamos ahora un breve análisis del socialismo. Dejemos claramente establecido desde un principio que los defensores del socialismo no sostienen que el cambio de la propiedad privada a la propiedad pública de los medios de producción resolverá de por sí todos los problemas del hombre, no convertirá a los demonios en ángeles, ni traerá el paraíso celestial a la tierra. Ellos sostienen, sin embargo, que el socialismo remediará los grandes males del capitalismo, abolirá la explotación, la pobreza, la inseguridad, las guerras, y traerá mayor bienestar y felicidad al hombre.El socialismo no significa hacer uno que otro parche reformista al capitalismo. Significa un cambio revolucionario: La reconstrucción de la sociedad sobre líneas enteramente diferentes.En lugar del esfuerzo individual para la ganancia individual, existirá el esfuerzo colectivo para el beneficio colectivo.El vestuario se fabricará no para ganar dinero, sino para vestir al pueblo con buenas telas y así con los demás bienes.El poder del hombre sobre el hombre será eliminado; el poder del hombre sobre la naturaleza aumentado.La capacidad para producir en abundancia, en lugar de ser estrangulada por consideraciones de la ganancia privada, será utilizada al máximo para llevar la abundancia a todos.El perpetuo temor de la cesantía y la crisis, del despido y la inseguridad, se desvanecerá con el conocimiento de que la producción planificada asegura el trabajo de todos, durante todo tiempo, y trae la seguridad económica desde la cuna hasta la tumba.Cuando el éxito del hombre se mida, no por la cuenta bancaria sino por la medida en que uno ha colaborado al bienestar de sus semejantes, entonces el dominio del dinero sobre el hombre será reemplazado por el dominio del hombre sobre el dinero.Las guerras imperialistas, que resultan de la búsqueda dé ganancias en los mercados extranjeros donde los capitalistas venden los "excedentes" de bienes e invierten el capital "excedente", llegarán a su término, por la sencilla razón de que no habrá bienes de consumo "excedentes" y capital "excedente" y no más sed de ganancias.Con los medios de producción ya no más en manos de propietarios privados, la sociedad no estará más dividida en patrones y asalariados. Ningún hombre estará en condiciones de explotar a otro.En suma, la esencia del socialismo es que el país ya no estará en manos de unos pocos propietarios y administrado por ellos en su propio beneficio, sino que, por primera vez, el país pertenecerá al pueblo y será dirigido por el pueblo en beneficio del pueblo.Hasta el momento, hemos abordado una parte de esa "esencia" del socialismo, la parte del país que es de propiedad del pueblo —otra forma de decir la propiedad pública de los medios de producción—. Ahora llegamos a la segunda parte de esa definición; "dirigido por el pueblo en beneficio del pueblo". ¿Cómo se conseguirá esto?La respuesta a esta pregunta es la planificación centralizada. Así como la propiedad pública de los medios de producción es un rasgo especial del socialismo, así también lo es la planificación centralizada.Ahora bien, es evidente que la planificación centralizada de todo un país es una tarea muy grande. Tan grande, que muchas personas en los países capitalistas —especialmente aquellos que tienen los medios de producción, y por lo tanto piensan que el capitalismo es el mejor de los mundos— están seguras de que no puede hacerse. Esta opinión la expresó en forma perfectamente clara hace unos años un gran dirigente y representante de los industriales: "Ningún grupo pequeño de hombres posee la sabiduría, la perspectiva y el discernimiento para planificar, dirigir y estimular exitosamente las actividades de todo un pueblo".Si este cargo fuera efectivo seria una consideración extremadamente seria contra el socialismo. Porque sí la economía socialista tiene que ser planificada, y si la planificación es imposible, entonces el socialismo también sería imposible.¿Es posible la planificación centralizada? La regresión de la Unión Soviética y los países de Europa Oriental y –por otra vía- de China al capitalismo generaron un enorme entusiasmo inicial entre los enemigos del socialismo, pues lo consideraron la prueba final y definitiva de la imposibilidad de la economía socialista planificada. Este entusiasmo llegó al extremo de proclamar “el Fin de la Historia” y el “Fin de las Ideologías”, y desde ya el encumbramiento del capitalismo más descarnado como solución a los problemas de la Humanidad.Bastó una década para mostrar a una gran parte del género humano los sufrimientos que para la mayoría implicaban semejantes propuestas, aunque aún está pendiente un balance y una síntesis adecuadas de la experiencia del “socialismo real”.Es evidente que en su desarrollo se produjeron desviaciones y errores de gran magnitud que determinaron el colapso de la experiencia socialista en casi todos los países, excepto Cuba, que logró readecuarse a la nueva situación mundial, sin resignar los principios básicos de una economía socialista.Contrariamente a lo que pretenden presentar los apologistas del capitalismo, que muestran a la experiencia comenzada en 1917 con la Revolución de Octubre en Rusia como “todo un gran error”, una mirada que vaya más allá de su colapso, permite sacar algunas conclusiones bien distintas.Cabe señalar que en 1917, Rusia era uno de los países más retrasados del mundo, asolado por la guerra y el hambre, y lo fue aún más en los cuatro años siguientes cuando todas las potencias capitalistas intervinieron junto a los reaccionarios internos para combatir en la guerra civil, por el aplastamiento de la Revolución Socialista.En la Segunda Guerra Mundial, la URSS sufrió asimismo una devastación superior a la de cualquier otro país, al punto que un tercio de los 60 millones de muertos fueron rusos y la batalla decisiva de la guerra (Stalingrado) se libraba en Rusia, mientras que en el territorio continental de los EEUU no caía una bomba ni se libraba un combate.Con toda esta carga a cuestas, apenas cuarenta años después de la Revolución, la planificación centralizada de la economía había permitido una velocidad de desarrollo tal, que la URSS era una de las dos superpotencias mundiales, junto con EEUU, que había comenzado a desarrollar su proyecto nacional casi doscientos años antes. En los años previos a la Segunda Guerra, mientras EEUU y todos los países capitalistas se debatían en la recesión, el desempleo y la miseria, la economía soviética crecía aceleradamente. En los años sesenta, ya el primer satélite, el primer animal y el primer cosmonauta en el espacio habían sido todos rusos. Prestigiosos manuales de economía del capitalismo, insospechables de simpatizar con el socialis[12]mo, advertían tal ritmo de avance que pronosticaban que probablemente la economía soviética superara a la de los EEUU en las décadas siguientes.Fueron los cambios tecnológicos de esas décadas en el mundo, particularmente la revolución en la microelectrónica, sin embargo, y sobre todo la forma en que cada país se paró frente a ellas; los que modificaron dramáticamente esa perspectiva. Un “socialismo” y un “marxismo” burocratizados y fosilizados, donde en nombre de la “dictadura del proletariado”, un sector de funcionarios alejados del palpitar diario de las masas ejercían en realidad una dictadura de los burócratas, sellaron la suerte de esa experiencia, cuando nuevas realidades del mundo exigían una mente abierta, un debate sin dogmatismos y sobre todo con amplia participación del pueblo, para enfrentar esos desafíos. La incapacidad de ese “socialismo” para encarar las realidades de fines del siglo XX, no debe hacernos perder de vista los avances que se habían logrado, y sobre todo la confianza en la posibilidad de construcción de modelos socialistas superadores, especialmente a la vista de la calamidad que el capitalismo muestra para la Humanidad, precisamente en este período histórico como pocas veces antes.A contracorriente de lo que ocurría con el modelo eurosoviético, Cuba, que todos suponían absolutamente dependiente de la URSS y ligada a su destino, a través de un proceso de profundización democrática y participación popular, fue el único país socialista que escapó al vendaval que barrió al “socialismo real”, en el resto del mundo. A principios de los ´90 un “gusano” cubano publicó un libro titulado: “La inminente caída de Fidel Castro”. Luego de un tiempo lanzó una segunda edición llamada “La inevitable caída de Fidel Castro”. Luego, no publicó más ediciones....“El marxismo no es un dogma, sino una guía para la acción”, había dicho Federico Engels frente a la tumba de Carlos Marx. La construcción de nuevas propuestas y modelos que, basándose en las experiencias y los aportes teóricos de estos fundadores, sean capaces de dar respuesta a las necesidades de los pueblos en esta nueva etapa, es un proceso en desarrollo.El Foro Social Mundial, donde confluyen militantes y pensadores de todas las latitudes, algunos marxistas, otros no; es tal vez el reflejo más claro y actual de esta búsqueda, al lado claro está, de las experiencias de lucha de los pueblos de todo el mundo que ese foro busca reflejar.Frases como “Fin de la Historia”, intentan desarmar a los trabajadores y los sectores populares alejándolos de esa búsqueda, empujándolos a resignarse y a aceptar el triunfo del capitalismo como definitivo e irreversible. Los ideólogos de la burguesía tienen razones sobradas para pretender convencer a los pueblos de esta falacia: La primera experiencia de gobierno obrero en el mundo duró dos meses y abarcó una sola ciudad en el mundo (Comuna de París, 1871). Antes de ella, la burguesía sostenía que era imposible. Después, que su aplastamiento a sangre y fuego demostraban su fracaso imposible y su inviabilidad. Muchos luchadores populares se dejaron convencer de ello y así nació el reformismo socialdemócrata como camino alternativo al de la Revolución Socialista. Otros en cambio, estudiaron a fondo ese laboratorio social y político que fue la Comuna de París, pero para superar sus errores y formular nuevos proyectos revolucionarios. La Revolución Rusa de 1917 fue el resultado. El ciclo allí abierto duró más de setenta años y llegó abarcar a más de un tercio de la Humanidad. Incluso continúa hoy en Cuba.La burguesía tiene razón al estremecerse con la idea que un nuevo ciclo de transformaciones socialistas sea posible, ya que ¿Cuál será su alcance esta vez? Los revolucionarios en cambio, debemos entusiasmarnos con esta posibilidad y trabajar para concretarla. 17.—Preguntas acerca del Socialismo ¿Puede funcionar nuestro sistema económico sin capitalistas? Cambiemos solamente la última palabra dé la pregunta y encontraremos que esta pregunta típica ha sido hecha en cada período de la historia. Hace 400 años, la pregunta en Europa era: ¿Puede funcionar nuestro sistema económico sin los señores feudales? Y en los tiempos del Imperio Romano la pregunta era: ¿Puede funcionar nuestro sistema económico sin los señores esclavistas?Así como la sociedad demostró que podía funcionar perfectamente sin los señores feudales y sin los señores esclavistas, así también ha demostrado que puede funcionar sin capitalistas. Debe hacerse una distinción entre los capitalistas y los medios de producción que ellos se apropian como capital. La sociedad no puede, por cierto, prescindir de los medios de producción —la tierra, las minas, materias primas, máquinas y fábricas—. Ellos son esenciales. Esta diferencia ha sido muy bien explicada por un escritor; "Decir que no podemos trabajar sin capital es tan cierto como decir que no podemos hacer la siega sin una guadaña. Decir que no podemos trabajar sin un capitalista es tan falso, como decir que no podemos segar un potrero, a menos que todas las guadañas pertenezcan a un hombre. No sólo eso; es tan falso como decir que no podemos hacer la siega a menos que todas las guadañas pertenezcan a un hombre, y que éste tome un tercio de la cosecha por el préstamo de ellas."En tanto que los capitalistas se dedicaban a las funciones de administración, en tanto trabajaban algo, eran necesarios; pero ahora que se limitan solamente a las transacciones de la bolsa, ganando dinero sin hacer nada y alquilando a gerentes para que administren sus fábricas, ellos ya no son esenciales.El derecho sobre los medios de producción, propiedad que tuvo una función útil en su tiempo, se ha convertido ahora en una función parasitaria. ¿Y quién puede negar que nuestro sistema económico puede operar —mejor que en cualquier época anterior— sin los parásitos? La médula del problema es que hemos alcanzado un punto en que nuestra sociedad no solamente puede, sino que debe funcionar sin los grandes capitalistas, puesto que el poder que ellos tienen como propietarios de los medios de producción está siendo utilizado para mantener un perpetuo estado de incertidumbre, cesantía, miseria y aventuras de toda especie. ¿Trabajará la gente sin el incentivo de la ganancia?La mejor respuesta a esta pregunta es que la mayor parte da la gente está trabajando —en este mismo momento— dentro de la sociedad capitalista, sin el incentivo de la ganancia. Pregunte usted al trabajador de una fábrica textil cualquiera, cuántas ganancias recibe él por su trabajo, y le dirá muy correctamente que no está obteniendo ganancia alguna, que las ganancias van al dueño de la fábrica textil. ¿Por qué trabaja, entonces, el obrero?Si la ganancia no es su incentivo: ¿Qué es, entonces? La mayor parte de las personas en la sociedad capitalista tienen que hacerlo, porque no queda otro remedio. Si ellas no trabajan, no comen. La cosa es muy sencilla. Ellos trabajan, por salarios, a fin de tener la indispensable para alimentarse, vestirse y encontrar un techo para él y los familiares. Bajo el régimen socialista también la gente tiene que trabajar para ganarse la vida, Pero el socialismo ofrece muchos otros incentivos al trabajador, que son imposibles bajo el capitalismo. ¿En razón de qué los trabajadores mismos se esfuerzan dentro del socialismo en aumentar la producción? Bajo el socialismo, la atracción de trabajar duro y parejo se basa en que es la sociedad como un todo la que recibe los beneficios. No pasa lo mismo en el capitalismo. Aquí el resultado de un esfuerzo extraordinario no beneficia a nadie, excepto a los capitalistas que perciben la ganancia. En un caso tiene sentido trabajar con entusiasmo; en el otro caso, no tiene sentido. En un sistema el trabajador siente el deseo de dar el máximo de sí mismo; en el otro, ha de hacer lo menos posible; uno es un sistema que excita la imaginación y eleva la moral; el otro es un sistema que achata y deprime al trabajador.Con frecuencia se objeta que si bien es cierto lo anterior, para el trabajador medio, para quien el incentivo de la ganancia es completamente ilusorio, no pasa lo mismo con el hombre de genio, el inventor o el capitalista emprendedor, para quienes el incentivo de la ganancia es bien real. ¿Es efectivo que es el deseo de riquezas lo que alienta a científicos e inventores a trabajar día y noche hasta conseguir el éxito en sus experimentos?Hay muy poca evidencia para sostener- esta tesis. Por otra parte, existe amplia evidencia para sostener que el genio inventivo no busca otra recompensa que la satisfacción del descubrimiento o la felicidad que resulta del uso completo y libre dé la potencia creadora. Recordemos solamente estos nombres; Remington, Underwood, Corona, Sholes. Inmediatamente reconoce usted tres de ellos como grandes y prósperos fabricantes de máquinas de escribir. ¿Quién es el cuarto, quien fue el señor Cristóbal Sholes? El fue el inventor de la máquina de escribir. Esta invención de su cerebro no le trajo la fortuna que a Remington, Underwood o Corona. El vendió los derechos de su invento a los Remington por 13.000 dólares. La ganancia no fue el incentivo de Sholes. De acuerdo con su biógrafo; "El rara vez pensó en el dinero, y decía que no estaba,preocupado de ganarlo, pues traía muchas complicaciones. Por esta razón, ponía poca atención en sus asuntos comerciales".El caso de Sholes es el de uno de tantos miles de inventores que están siempre absorbidos por su trabajo creativo y que "rara vez piensan en el dinero". César Milstein (Nobel de Medicina 1984) rehusó patentar un descubrimiento que podría estar generando un mercado de mil millones de libras, en 1990. Y lo hizo con el expreso propósito de priorizar el beneficio a la Humanidad por encima del lucro personal. Cómo él muchos de los más brillantes hombres de ciencia de los últimos tiempos han tenido actitudes similares.[13],[14]Esto no quiere decir que no existan hombres de genio para los cuales la ganancia es el único incentivo. Ésto es de esperar en una sociedad sedienta de dinero. Pero incluso dentro de la sociedad capitalista es posible demostrar que el genio científico trabajará sin el incentivo de la ganancia. Si alguna, vez hubo duda sobre ello, ahora no existe ninguna. Hace ya bastante tiempo que se. fueron los días en que el hombre de ciencia trabajaba por su cuenta en su pequeño laboratorio. Cada vez en mayor proporción, los más destacados hombres del mundo científico son empleados por las grandes compañías capitalistas para que trabajen en los laboratorios de éstas, por salarios pagados igual que a cualquiera otro empleado. Seguridad en el empleo, un buen laboratorio, gratificación por trabajos extraordinarios, es lo que piden los hombres de ciencia al igual que todos, pero no ganancias. Supongamos que inventen un proceso nuevo. Ellos no reciben las ganancias que resulten. Tal vez prestigio, ascensos, mayor salario, pero no ganancias. En cambio, una sociedad socialista sabe cómo alentar y destacar sus inventores y artistas. Junto a la recompensa monetaria se encarga de dignificarlos y darles el prestigio social que se merecen. ¿Reciben todos el mismo salario en una sociedad socialista?No todos reciben el mismo salario. El trabajador especializado recibe más que el no especializado; el jefe de una empresa recibe las que el trabajador medio; un gran músico obtiene más que un músico mediano; el minero que extrae 8 toneladas de carbón recibe más que el que extrae 6. A la gente se le paga de acuerdo con la cantidad y calidad de su trabajo. Incluso las personas que reciben las más altas rentas las reciben solamente en tanto continúen trabajando. En ningún momento pueden transformar su renta en compra de medios de producción y explotar el trabajo de los demás. Y él no puede comprar medios de producción por la razón de que en una sociedad socialista, los medios de producción son propiedad de el pueblo y no están para la venta. La mayor renta la obtiene mediante un trabajo más esforzado o mejor y le permite vivir mejor que los que ganan menos; pero esta mayor renta no le permite explotar a nadie. Aunque existe desigualdad de rentas en la sociedad socialista, existe igualdad de oportunidades. Aun cuando los trabajadores calificados obtienen mayor remuneración, los no calificados tienen acceso inmediato a los centros de entrenamiento y adquieren la experiencia necesaria para convertirse en trabajadores calificados; aun cuando los administradores, ingenieros, escritores, artistas, técnicos, perciben una remuneración mayor, la educación gratuita y libre para todos permite ingresar a estas profesiones sin ninguna traba social. Por lo demás, una remuneración mínima asegura para todos un nivel decente. Además, mientras la relación entre los salarios más altos y más bajos en una sociedad socialista puede estar en una relación de 1 a 7, por ejemplo; en el capitalismo esta relación es 50 veces y más. ¿Cuál es la diferencia entre el socialismo y el comunismo?Estas dos palabras tienen significados muy diferentes según quien la use y según el contexto en el que son empleadas. Veamos primero su significado como etapas en la construcción de una sociedad de nuevo tipo:El socialismo y el comunismo son iguales en lo que respecta a que ambos sistemas de producción se basan en la propiedad pública de los medios de producción y en la planificación centralizada. El socialismo surge directamente del capitalismo; es la primera forma de la nueva sociedad. El comunismo es un desarrollo posterior, "un grado más elevado de socialismo". De cada cual según su capacidad; a cada uno según su trabajo (socialismo). De cada cual según su capacidad; a cada uno según sus necesidades (comunismo). El principio socialista de distribución, de acuerdo al trabajo, es decir por cantidad y calidad de trabajo realizado, es inmediatamente posible y practicable. Por otra parte, el principio comunista de distribución de acuerdo a las necesidades no es inmediatamente posible y práctico —es una meta por alcanzar—. Es evidente que antes de aplicar el principio comunista de distribución, la producción tiene que haberse desarrollado muchísimo —para satisfacer las necesidades de cada persona debe existir abundancia de todas las cosas—. Además tiene que desarrollarse un cambio en la actitud de la gente hacía el trabajo: En lugar de trabajar porque tiene que hacerlo, la gente trabajará porque desea hacerlo, tanto por su sentido de responsabilidad hacia la sociedad como porque el trabajo dentro de la nueva sociedad es una satisfacción para la fuerza creativa del hombre. El socialismo es el primer paso en el proceso de desarrollo de las fuerzas productivas a fin de alcanzar la abundancia y transformar las perspectivas mentales y espirituales del pueblo. Es una etapas transitoria del capitalismo al comunismo.Aún dentro del capitalismo se alcanza a veces, como consecuencia de la lucha de los trabajadores a imponer propuestas que están en la línea de aquello de “a cada cual según sus necesidades”. Las propuestas de un ingreso ciudadano universal [15](una renta para cada persona por el solo hecho de vivir en una jurisdicción), subsidio universal por hijo, etc. son ejemplos de esto. Por supuesto que dentro del capitalismo son situaciones excepcionales, pero alcanzan para vislumbrar su viabilidad.En las concepciones prevalecientes en el marxismo soviético, los conceptos de “socialismo” y “comunismo” tendían a considerarse como dos etapas rígidamente separadas y con gran énfasis en el nivel de abundancia de bienes.El Che Guevara, a través de la concepción del Hombre Nuevo, y en artículos como “El socialismo y el hombre en Cuba” y otros, en los debates sobre los estímulos materiales y los estímulos morales, a través de las jornadas de trabajo voluntario, y a través de su propio ejemplo; jugó un rol muy destacado en el cuestionamiento de ese tabicamiento dogmático, y proponiendo en cambio la idea de dos procesos que se interpenetran y superponen, más que dos etapas aisladas entre sí. La otra significación de los términos “socialista” y “comunista” tiene que ver con su aplicación a partidos o individuos:En las últimas décadas del siglo XIX, muchos partidos socialistas abandonaron la idea de la Revolución y del cambio del capitalismo por el socialismo y del Estado burgués por un Estado de los Trabajadores, para contentarse con reformas dentro del capitalismo. Esto se dio principalmente por la capacidad que tuvieron las burguesías de los países centrales de conceder importantes beneficios materiales a sus trabajadores (base social de esos partidos), haciéndoles participar indirectamente de la rapiña que esas burguesías hacían de los países periféricos, o sea del imperialismo.Así, la Segunda Internacional, que nucleaba a esos partidos tras el colapso de la Primera Internacional (en la cual el debate central había sido Marxismo-Anarquismo), entró en un terreno de colaboración con las burguesías imperialistas que se mantiene –con contradicciones- hasta el día de hoy. La participación de gobiernos de esos partidos, junto a los EEUU en los bombardeos a la ex Yugoeslavia son una muestra de ello.Esos partidos, que en realidad son socialdemócratas, no siempre adoptan este nombre, sino que suelen continuar empleando la denominación “socialista”. En el mundo hay muchos partidos que se hacen llamar "socialistas", cuando en verdad son socialdemócratas o reformistas. Creen que es posible construir el socialismo sin introducir cambios básicos en el carácter del Estado. Creen que el capitalismo puede irse perfeccionando poco a poco; que el capitalismo puede interesarse en la suerte de la clase trabajadora. Estos partidos que se hacen llamar “socialistas”, contribuyen a la desorientación de la clase trabajadora haciéndola ilusionarse con planes y reformas que sólo sirven para afianzar al capitalismo.Al mismo tiempo otros partidos, que emplean –más auténticamente- la misma denominación, permanecen leales al objetivo de construir una sociedad de nuevo tipo. Por otro lado la denominación “comunista” fue tomada, a partir de la Revolución Rusa, por aquellos partidos que se identificaban centralmente con esa Revolución. Sin embargo, la evolución posterior de la situación mundial, la disputa chino-soviética, la Revolución Cubana, y la caída de la URSS; han generado una variedad de posiciones entre ellos. ¿Significa el socialismo quitarle al pueblo sus bienes de propiedad privada?En lugar de querer quitarle al pueblo sus bienes de propiedad privada, los socialistas desean que el pueblo tenga muchos más bienes de propiedad privada que antes. Existen dos clases de propiedad privada. Hay la propiedad que es personal por naturaleza, como los bienes de consumo vestuario, alimentos, muebles, etc. En seguida hay una clase de propiedad que no es de naturaleza personal; la propiedad de los medios de producción. Esta clase de propiedad no se utiliza en la satisfacción de las necesidades personales, sino para producir los bienes de consumo, que si sirven para esos fines.El socialismo no significa quitarle al pueblo la primera clase de propiedad, por ejemplo el vestuario; significa si quitarles a los grandes capitalistas la segunda clase de propiedad, es decir, las fábricas para hacer el vestuario. Significa eliminar la propiedad privada sobre los medios de producción en manos de unos pocos capitalistas a fin de que exista mucha más propiedad privada de bienes de consumo en manos de la mayoría del pueblo. La parte de la riqueza producida por los trabajadores y que se les arrebata en forma de ganancias, volverá a sus legítimos dueños bajo el socialismo y servirá para comprar más propiedad privada, más vestuario, más muebles, más alimentos y mejores habitaciones, más entradas para los espectáculos artísticos y deportivos.Más propiedad privada para el goce y satisfacción del pueblo. Nada de propiedad privada para la opresión y explotación del trabajador. Eso es el socialismo. ¿Son los socialistas predicadores de la lucha de clases?La lucha de clases tiene que existir mientras la sociedad siga dividida en clases con intereses contrapuestos. El capitalismo, por la misma naturaleza, crea esta división. La guerra de clases debe terminar tan pronto la sociedad no se encuentre dividida en clases. El socialismo, por su misma naturaleza, crea una sociedad sin clases.Los socialistas no "predican" la lucha de clases, sino que describen la lucha de clases que ya existe. Ellos se dirigen a la clase trabajadora para provocar un cambio más rápido desde una sociedad dividida en clases a una sociedad en que tal división no será posible. Ellos urgen que la hermandad universal entre los hombres, que bajo el capitalismo no pasa a ser un sueño, sea transformada en una realidad bajo el socialismo. ¿Es antipatriótico el socialismo?
Para que el socialismo fuera antipatriótico, sus fines deberían ser contrarios al espíritu y tradiciones del pueblo argentino. ¿Es éste el caso? ¿Qué cosa puede ser más patriótica que los objetivos de justicia social, igualdad, oportunidad, seguridad y bienestar económico, amistad con todos los pueblos del mundo? ¿Acaso no han sido éstos los principios que han inspirado a los Padres de la Patria y a los hombres progresistas de esta tierra?El socialismo de Carlos Marx es una ciencia. Como todas las demás ciencias, es universal, y ha afectado el pensamiento de millones de hombres en todas partes del mundo, incluyendo a Argentina. Pero prueba de si una idea es buena o mala para el país no consiste en examinar de dónde proviene la idea, sino de si ella es práctica y aplicable a Argentina. ¿Es efectivo que el socialismo es imposible debido a que "usted no puede cambiar la naturaleza humana"?Las personas que argumentan que "Usted no puede cambiar la naturaleza humana" incurren en el error de suponer que debido a que los hombres se comportan en cierta forma en la sociedad capitalista, ello se debe a factores de la naturaleza humana, siendo imposible otra forma de conducta. Ven que en la sociedad capitalista el hombre es codicioso, sus impulsos son egoístas y tratan de salir adelante por cualquier medio, bueno o malo. De aquí concluyen que ésta es una conducta "natural" en los seres humanos y que es imposible establecer una sociedad basada en algo que no sea una lucha de competencia por las ganancias privadas.Sin embargo, los antropólogos dicen que todo esto no tiene ningún sentido, y lo prueban citando que, en otras sociedades actualmente existentes, la conducta del hombre es completamente diferente de lo que es bajo el capitalismo. Se unen a ellos los historiadores que sostienen que el argumento no tiene sentido, y lo prueban citando las sociedades esclavistas y feudales, donde la conducta del hombre era completamente diferente que bajo el capitalismo.Es probable que todos los seres humanos nazcan con el instinto de la conservación y reproducción de la especie. Sus necesidades de alimentos, vestuario y amor sexual son básicas. Esto es lo más que puede admitirse como "naturaleza humana". Pero la forma en que ellos satisfacen estos deseos no es necesariamente la forma acostumbrada en la sociedad capitalista, sino que depende más bien de la forma que más se adecue a la cultura específica en que nacen. Si las necesidades básicas del hombre pueden satisfacerse solamente mediante el aplastamiento del vecino, entonces podemos suponer que los seres humanos se golpearán unos a otros; pero si las necesidades básicas del hombre han de satisfacerse mediante la cooperación, entonces es legítimo suponer que los seres humanos cooperarán entre ellos. Los intereses más elementales del hombre. se expresan en su deseo de más alimentos, más vestuario, más habitaciones, en su afán por lograr seguridad. Cuando el hombre se dé cuenta de que estas necesidades no pueden satisfacerse para todos bajo el capitalismo y que ellas pueden ser satisfechas bajo el socialismo, entonces provocará el cambio del sistema. 18.- La Libertad La libertad, para la gran mayoría, de los argentinos, significa hacer y decir lo que a uno se le ocurre sin interferencia policial o estatal, y es uno de los orgullos nuestros poder criticar al gobierno y a los dirigentes nacionales. Estas libertades, de las cuales justamente nos preciamos tanto, están establecidas en la Constitución política del Estado. Este documento garantiza la libertad de expresión, de reunión: libertad de verse arrestado arbitrariamente, libertad de exigir un juicio correcto antes que a uno lo condenen. La importancia de estas libertadas no puede subestimarse. Ellas son libertades muy preciosas. Han sido armas esenciales de la clase trabajadora en su lucha por mejorar sus precarias condiciones.Sin embargo sería ingenuo sostener que los derechos garantizados dentro de la Constitución se cumplen siempre en la práctica. Las libertades que figuran escritas en la Constitución no son siempre las que tenemos en la vida real.Así, cuando la lucha de los trabajadores por sus derechos alcanzan niveles que molestan a las clases dominantes, los dirigentes de los gobiernos persiguen y hostilizan a los trabajadores amparándose en leyes represivas, o directamente al margen de la ley.Cuando la gran burguesía consideró que el nivel organizativo y político de los trabajadores y demás sectores oprimidos podía amenazar sus privilegios no vaciló en recurrir al terrorismo de estado y al derrocamiento de las autoridades constitucionales, para poder incluso practicar crímenes sin límites legales de ningún tipo. Esto ocurrió en nuestro país en 1976-83, pero ya había acontecido –sin llegar a los extremos de la última dictadura- en 1930, 1955 y 1966. Aún antes, y en el marco de gobiernos democráticos, se habían producido grandes matanzas de obreros por el ejército para aplastar sus luchas (Semana Trágica en 1909, fusilamientos masivos en la Patagonia en 1921) y el aniquilamiento de pueblos originarios enteros para arrebatarles sus tierras y entregarlas a la naciente oligarquía terrateniente en el siglo XIX.Los hechos indican que la clase capitalista mete mucho contrabando en sus fervientes declaraciones acerca de nuestro régimen libertario haciendo creer que la Constitución y la realidad son una misma cosa.Todavía más, la libertad puede efectivamente ser negada o suprimida aun cuando no exista una coerción directa del Estado; los trabajadores y dirigentes sindicales progresistas, por ejemplo, con frecuencia son despedidos por los patrones sin ninguna causa justificada, sino por la lealtad con que ellos defienden a sus camaradas de trabajo. Los derechos individuales, consagrados en el artículo 14 de la Constitución, mil veces han sido violados por las clases dominantes en la represión a los trabajadores. El artículo 14 bis de la misma, que establece el derecho a la vivienda digna, vacaciones pagas, seguridad social integral e irrenunciable, protección integral de la familia, participación de los trabajadores en las ganancias de las empresas y control de la producción, y otros derechos sociales; es directamente letra muerta.¿Es efectivo que nuestra libertad de pensar y expresar las ideas es tan substancial como creemos? ¿Es efectivo que se toleran todos los partidos políticos cualquiera que sea su ideología? La libertad de prensa es una de las cosas de que más alardea la clase dirigente. Pero ¿existe ahora, verdaderamente, libertad de prensa? Todos los medios de comunicación más importantes están en manos de grupos económicos monopólicos que regulan la información que llega a la mayoría de la población y la manipulan a diario. No existe allí libertad de prensa (de los periodistas de cualquier ideología), sino libertad de empresa (de los dueños de los medios). Para el socialismo la ausencia de coerción, valiosa como indudablemente lo es, no asegura necesariamente la libertad.El mero hecho de que una ley no prohiba hacer tal cosa no significa que usted está en condiciones de hacerla. Nadie le prohibe a usted sacar un boleto de ferrocarril y salir a veranear con su familia a algún balneario o ir a la cordillera a practicar deportes, pero en la práctica usted no está en condiciones de ir, no es realmente libre para viajar, porque no tiene la plata para cancelar los gastos. ¿De qué sirven todos estos derechos si la enorme mayoría de los trabajadores jamás podrá hacer uso de ellos? Para el socialismo, entonces, la libertad significa mucho más que la simple ausencia de coerción. Para el socialismo, la libertad tiene un aspecto positivo, que para la gran mayoría del pueblo es de significación más profunda. La libertad significa poder vivir en forma completa, tener la capacidad económica para satisfacer las necesidades del cuerpo en cuanto a alimentos, vestuario y habitación, más una efectiva oportunidad de cultivar la mente, desarrollar la propia personalidad y terminar con la inseguridad.Este concepto de libertad seguramente sorprenderá a los que siempre han tenido los medios para satisfacer sus deseos y desarrollar sus aptitudes. Para ellos la libertad se mide solamente en términos de no interferir en sus derechos. Para la gran mayoría del pueblo, sin embargo, la libertad se mide en términos de más pan, menos horas de trabajo, más seguridad. Basta hacer algunas preguntas solamente, para establecer la validez de este concepto; ¿es libre un trabajador cesante que a duras penas logra subsistir? ¿Es libre una persona analfabeta a quien el régimen ha separado del mundo de los libros y de la cultura? ¿Es libre un trabajador encadenado 52 semanas a su trabajo y que nunca, en el año, está en situación de descansar, viajar, reponer sus energías? ¿Es libre un hombre en el perpetuo temor de perder su empleo y quedar cesante? ¿Es libre una persona talentosa que no puede ir a la escuela a desarrollar sus aptitudes? ¿Es libre un desocupado que no logra un empleo que le permita alimentar dignamente a su familia? ¿Es libre esta persona si su desesperación la condena a aceptar cualquier dádiva, aunque a cambio deba resignar su dignidad y hasta realizar actos reñidos con su moral e incluso con la ley? Solamente los ricos gozan de libertad en el sentido amplio de abundancia, seguridad, descanso. Los pobres no son libres. Ni pueden ganar su libertad bajo el sistema capitalista. La lucha por alcanzar el socialismo es, por lo tanto, una lucha por alcanzar la libertad.El camino hacia la libertad para la clase trabajadora está marcado claramente: Substituir la propiedad privada de los medios de producción, por la colectivización de los mismos; establecer el socialismo en reemplazo del capitalismo.Mientras el socialismo es la condición de libertad para la masa del pueblo, él priva a la clase capitalista de muchas libertades que hoy tienen. Por eso es que ellos gritan tanto de que el socialismo y la libertad son incompatibles. Debemos preguntarnos; ¿libertad para quién? Es cierto que el socialismo es incompatible con muchas libertades a las que la clase capitalista está acostumbrada. El socialismo termina con la libertad de ésta para colocar su propio bienestar por sobre el bienestar general; termina con la libertad para explotar a otros; liquida la libertad de poder vivir sin trabajar.Para todo el resto de nosotros, el socialismo significará más -no menos— libertad efectiva. Y no nos preocupemos demasiado con la pérdida de libertad que tendrá la clase capitalista, pues ésta se ha conseguido a expensas de los que hoy día tienen muy poca.El socialismo y el capitalismo tienen conceptos diferentes de la libertad. Para los socialistas el hecho de que el pueblo expropie los medios de producción y organice la producción de acuerdo a un plan central, significa libertad; para los capitalistas significa todo lo contrario. ¿Quién tiene la razón? El punto de vista del socialismo tiene, por lo menos, el mérito de ser consistente. Si estamos en favor de la democracia política, siguiendo el mismo razonamiento, debemos estar en favor de la democracia económica.Marx utilizó el término “dictadura” para referirse a todo Estado, es decir a cualquier estructura mediante la cual una clase social en el poder fuese capaz de emplear la violencia contra otra clase o clases que no estuvieran en el poder y que intentaran cuestionar el orden vigente. Naturalmente que el empleo de esa violencia no es siempre uniforme sino depende de la resistencia que la clase dominada oponga al ordenamiento social. Cualquier Estado, en tanto esté potencialmente, dispuesto a usar la fuerza, es una dictadura, en este sentido. Serían así “dictaduras”, tanto la de Videla, como los gobiernos de Alfonsín, Menem, De la Rúa, o Kirchner, por ejemplo, a pesar que la violencia o la represión ejercida por cada uno haya sido muy dispar, e incluso aunque sólo haya estado preparado para ejercerla.Al sostener que en el período de transición (socialismo) hacia el comunismo sería necesario que existiera un Estado de los trabajadores, dado que la burguesía desplazada del poder no resignaría sus privilegios de la noche a la mañana, sino que durante un período histórico intentaría derrocar a los trabajadores en el poder, apelando inclusive al apoyo de las burguesías de otros países; Marx llamó, coherentemente, a dicho Estado “dictadura”, la “dictadura del proletariado”. Al ser un Estado que responde a los intereses de la mayoría, a diferencia del -Estado burgués-, es un Estado democrático (la palabra democracia significa etimológicamente “gobierno del pueblo”). No habría por tanto contradicción alguna en hablar de “dictadura democrática del proletariado”.Sin embargo, este término “dictadura”, resultó muy poco feliz para describir el Estado Popular, a pesar de su basamento científico: No solamente sirvió para que los críticos del marxismo acusaran a éste de pretender instalar un gobierno tiránico. Fue también empleado, en ciertas circunstancias históricas, por procesos originados inicialmente en auténticas revoluciones obreras y populares, pero deformados terriblemente luego. Estas burocracias que escamotearon a los trabajadores sus revoluciones estableciendo auténticas tiranías responsables de gravísimos e injustificables crímenes. Tal el caso de Stalin en la URSS (1927-1952), y el régimen de Pol-Pot en Camboya (1975-1979).Es muy importante distinguir estas aberraciones de las limitaciones a algunas libertades públicas que algunos países socialistas, como Cuba, han debido establecer, para impedir que los enemigos de la Revolución, en este caso centralmente los EEUU, empleen su enorme poder económico y de todo tipo para socavar la Revolución. Si tenemos en cuenta el nivel de las agresiones de todo tipo, incluídas las militares, que la Revolución Cubana viene sufriendo, es evidente que no podría darse el lujo de actuar como si ellas no existieran. Permitiendo, por ejemplo, que los propios agresores norteamericanos establecieran periódicos y medios de comunicación propios en la isla, tal como vienen financiando a algunos grupos opositores, como ha quedado demostrado. La actitud de una sociedad de defenderse ante las agresiones, la podemos ver no sólo en las Revoluciones (recordar el fusilamiento de Liniers y otros realistas por la Revolución de mayo, por ej.), sino en los propios países capitalistas “democráticos”. En los EEUU, no solamente el 11/9/2001 generó una ola de restricciones a las libertades; en la Segunda Guerra los descendientes de japoneses fueron confinados en campos de concentración por motivos meramente raciales, etc.A pesar de las presiones imperialistas, Cuba no ha llegado a extremos como éstos, lo cual no implica desconocer el peligro que situaciones muy prolongadas de agresión y bloqueo, puedan favorecer que sectores burocráticos abusen de la necesidad de establecer algunos controles, invadiendo innecesariamente espacios de libertad de los ciudadanos. 19.- La Cuestión de la violencia Debido a que los marxistas siempre han advertido, basándose en muchas experiencias históricas, que las revoluciones han venido acompañadas por el uso de la fuerza y la violencia, se supone comúnmente que ellos “creen en el uso de la fuerza y la violencia”. Esto no es verdad.Los marxistas no defienden el uso de la violencia. Nadie en su sano juicio lo hace. Nada sería mejor para los marxistas que la transformación de la sociedad capitalista en socialista por medios pacíficos. Sin embargo, los marxistas advierten que los intentos de la clase trabajadora por imponer la voluntad de la mayoría y hacer los cambios necesarios encontrarán la resistencia de la clase dirigente, que combatirá hasta el final para mantener el viejo orden social. Todavía más, hacen presente que el uso de la fuerza por parte de la clase trabajadora, una vez en el poder, se justifica como medio de impedir que sea derribada por la contrarrevolución capitalista desplazados ayudados por el imperialismo internacional. Los marxistas miran la transición del capitalismo al socialismo como una transición desde el despotismo a la libertad. Están consientes de los peligros inherentes al período de transición. Es posible que se derrame sangre, que se pierdan vidas. Pero hay que preguntarse: ¿Cuál es la alternativa? ¿Es una alternativa a las pérdidas de vida que puede acompañar en algunas circunstancias a la revolución socialista, el término de los sufrimientos, la desaparición de las matanzas a escala mundial, no más violencia, no más pérdidas de trabajadores? De ninguna manera. La alternativa a la revolución socialista es más sufrimientos, más sangre, más violencia, más pérdidas de vidas obreras dentro del país. Y en escala mundial, la posibilidad de guerras capitalistas. Los libros de historia relatan, con horror, la historia de miles de personas que murieron durante la Revolución Francesa. En verdad es una narración trágica. Pero comparemos el total de vidas perdidas en esa revolución -estimadas en 17.000-, con los soldados caídos en una sola gran batalla de la última guerra, y en el total de esa y otras guerras: Millones y millones de trabajadores de todo el mundo muertos, y sufrimientos sin cuento para las clases modestas, y todo ello para la mayor gloria y majestad de los grandes consorcios armamentistas. Cada triunfo del socialismo y de las clases trabajadoras significa alejar el peligro de la nueva matanza que han estado preparando: los insaciables consorcios capitalistas. Hace ya poco más de un siglo y medio que Carlos Marx y Federico Engels explicaron a los trabajadores de todo el mundo, en el Manifiesto Comunista, cómo se podía llevar a cabo la transición del capitalismo al socialismo, la próxima etapa en el desarrollo de la raza humana. Y el 12 de enero de 1848, unas pocas semanas antes que los creadores del socialismo científico publicaron su inmortal trabajo, un gran hombre surgido del pueblo, en los Estados Unidos, se levantó en la Cámara de Diputados de ese país para decir algo sobre los derechos del pueblo. Esto es lo que dijo Abraham Lincoln acerca del derecho del pueblo para hacer su revolución:"Cualquier pueblo, en cualquier parte, estando inclinado a hacerlo y teniendo la fuerza, tiene el derecho a levantarse y destruir el gobierno existente, y formar uno nuevo más adecuado a sus intereses. Este es el derecho más valioso, el más sagrado, y tenemos confianza que será el derecho que libere al mundo. Ni se limita este derecho a los casos en que la totalidad de la población quiera ejercitarlo ante el gobierno existente... Basta la mayoría del pueblo para hacer la revolución, aplastando a la minoría que se oponga a este movimiento. Tal minoría fue precisamente el caso de los Tories (los conservadores) en nuestra propia revolución. Está en la esencia de las revoluciones que ellas no sigan las viejas líneas o las viejas leyes, sino que rompan con ambas y se hagan otras nuevas". Los capitalistas ya no se atreven a argumentar contra la democracia política. Pero ellos están contra la democracia económica, afirmando que es un golpe contra la libertad. ¿Pero un golpe contra la libertad de quién? ¿Están preocupados ellos de que todas las personas compartan las satisfacciones de la vida, o están preocupados solamente de la libertad de la propiedad privada sobre los medios de producción, a fin de mantener su privilegiada posición? El bajo nivel de la productividad del trabajo humano fue la justificación histórica de la división de la sociedad en clases, para la explotación del hombre por el hombre; de que la libertad fuera el privilegio de una pequeña minoría. Esta situación ha terminado.Ahora, por primera vez en la historia, es posible abolir las clases, arrojar la explotación del mundo entero y enriquecer la calidad de la vida humana, eliminando la miseria, terminando con la inseguridad, dando acceso a todo el pueblo al mundo de la cultura; disponer del tiempo necesario para el descanso, el estudio y el desarrollo de la personalidad del hombre. Sí, no es nada fácil establecer el socialismo; pero no es tarea imposible para la clase trabajadora. La clase trabajadora argentina unida a sus aliados, construirá el socialismo en este país y habrá libertad para todos, no para unos pocos. 20. — El Camino al Poder Los marxistas sostienen que para transformar la sociedad se necesita de una revolución. Estiman que la transición del capitalismo al socialismo no puede alcanzarse en cualquier momento, sino solamente cuando las condiciones estén maduras para la transformación. No están en favor de que una minoría se haga cargo del poder; la revolución puede tener éxito solamente cuando la gran mayoría del pueblo apoye a la clase trabajadora organizada en una fuerza política que unifique y encabece sus luchas, conscientes de lo que significa alcanzar el poder cuando la clase dirigente se encuentra desorientada por la agudización de los problemas debido a la acción del Imperialismo y las contradicciones internas de la economía argentina.La revolución no es el simple cambio en el personal dirigente del gobierno; reemplazando a unos miembros de la clase dirigente por otros, como resultado de una rebelión o insurrección. Para los marxistas el término revolución tiene un significado mucho más profundo. Es la transferencia del poder político de una clase a otraEl tipo de revolución por que luchan los marxistas, la revolución socialista, significa, concretamente: la transferencia del poder de la clase capitalista a la dase trabajadora; significa revisar las relaciones entre los trabajadores y los capitalistas, de manera que la clase trabajadora se convierta en la clase dirigente; significa eventualmente la destrucción del capitalismo a través de la socialización de los medios de producción.La captura del poder político por la clase trabajadora es el primer paso en la revolución. El segundo paso es el reajustar el orden social y aplastar la resistencia al cambio por parte de la clase capitalista.
Para que el socialismo fuera antipatriótico, sus fines deberían ser contrarios al espíritu y tradiciones del pueblo argentino. ¿Es éste el caso? ¿Qué cosa puede ser más patriótica que los objetivos de justicia social, igualdad, oportunidad, seguridad y bienestar económico, amistad con todos los pueblos del mundo? ¿Acaso no han sido éstos los principios que han inspirado a los Padres de la Patria y a los hombres progresistas de esta tierra?El socialismo de Carlos Marx es una ciencia. Como todas las demás ciencias, es universal, y ha afectado el pensamiento de millones de hombres en todas partes del mundo, incluyendo a Argentina. Pero prueba de si una idea es buena o mala para el país no consiste en examinar de dónde proviene la idea, sino de si ella es práctica y aplicable a Argentina. ¿Es efectivo que el socialismo es imposible debido a que "usted no puede cambiar la naturaleza humana"?Las personas que argumentan que "Usted no puede cambiar la naturaleza humana" incurren en el error de suponer que debido a que los hombres se comportan en cierta forma en la sociedad capitalista, ello se debe a factores de la naturaleza humana, siendo imposible otra forma de conducta. Ven que en la sociedad capitalista el hombre es codicioso, sus impulsos son egoístas y tratan de salir adelante por cualquier medio, bueno o malo. De aquí concluyen que ésta es una conducta "natural" en los seres humanos y que es imposible establecer una sociedad basada en algo que no sea una lucha de competencia por las ganancias privadas.Sin embargo, los antropólogos dicen que todo esto no tiene ningún sentido, y lo prueban citando que, en otras sociedades actualmente existentes, la conducta del hombre es completamente diferente de lo que es bajo el capitalismo. Se unen a ellos los historiadores que sostienen que el argumento no tiene sentido, y lo prueban citando las sociedades esclavistas y feudales, donde la conducta del hombre era completamente diferente que bajo el capitalismo.Es probable que todos los seres humanos nazcan con el instinto de la conservación y reproducción de la especie. Sus necesidades de alimentos, vestuario y amor sexual son básicas. Esto es lo más que puede admitirse como "naturaleza humana". Pero la forma en que ellos satisfacen estos deseos no es necesariamente la forma acostumbrada en la sociedad capitalista, sino que depende más bien de la forma que más se adecue a la cultura específica en que nacen. Si las necesidades básicas del hombre pueden satisfacerse solamente mediante el aplastamiento del vecino, entonces podemos suponer que los seres humanos se golpearán unos a otros; pero si las necesidades básicas del hombre han de satisfacerse mediante la cooperación, entonces es legítimo suponer que los seres humanos cooperarán entre ellos. Los intereses más elementales del hombre. se expresan en su deseo de más alimentos, más vestuario, más habitaciones, en su afán por lograr seguridad. Cuando el hombre se dé cuenta de que estas necesidades no pueden satisfacerse para todos bajo el capitalismo y que ellas pueden ser satisfechas bajo el socialismo, entonces provocará el cambio del sistema. 18.- La Libertad La libertad, para la gran mayoría, de los argentinos, significa hacer y decir lo que a uno se le ocurre sin interferencia policial o estatal, y es uno de los orgullos nuestros poder criticar al gobierno y a los dirigentes nacionales. Estas libertades, de las cuales justamente nos preciamos tanto, están establecidas en la Constitución política del Estado. Este documento garantiza la libertad de expresión, de reunión: libertad de verse arrestado arbitrariamente, libertad de exigir un juicio correcto antes que a uno lo condenen. La importancia de estas libertadas no puede subestimarse. Ellas son libertades muy preciosas. Han sido armas esenciales de la clase trabajadora en su lucha por mejorar sus precarias condiciones.Sin embargo sería ingenuo sostener que los derechos garantizados dentro de la Constitución se cumplen siempre en la práctica. Las libertades que figuran escritas en la Constitución no son siempre las que tenemos en la vida real.Así, cuando la lucha de los trabajadores por sus derechos alcanzan niveles que molestan a las clases dominantes, los dirigentes de los gobiernos persiguen y hostilizan a los trabajadores amparándose en leyes represivas, o directamente al margen de la ley.Cuando la gran burguesía consideró que el nivel organizativo y político de los trabajadores y demás sectores oprimidos podía amenazar sus privilegios no vaciló en recurrir al terrorismo de estado y al derrocamiento de las autoridades constitucionales, para poder incluso practicar crímenes sin límites legales de ningún tipo. Esto ocurrió en nuestro país en 1976-83, pero ya había acontecido –sin llegar a los extremos de la última dictadura- en 1930, 1955 y 1966. Aún antes, y en el marco de gobiernos democráticos, se habían producido grandes matanzas de obreros por el ejército para aplastar sus luchas (Semana Trágica en 1909, fusilamientos masivos en la Patagonia en 1921) y el aniquilamiento de pueblos originarios enteros para arrebatarles sus tierras y entregarlas a la naciente oligarquía terrateniente en el siglo XIX.Los hechos indican que la clase capitalista mete mucho contrabando en sus fervientes declaraciones acerca de nuestro régimen libertario haciendo creer que la Constitución y la realidad son una misma cosa.Todavía más, la libertad puede efectivamente ser negada o suprimida aun cuando no exista una coerción directa del Estado; los trabajadores y dirigentes sindicales progresistas, por ejemplo, con frecuencia son despedidos por los patrones sin ninguna causa justificada, sino por la lealtad con que ellos defienden a sus camaradas de trabajo. Los derechos individuales, consagrados en el artículo 14 de la Constitución, mil veces han sido violados por las clases dominantes en la represión a los trabajadores. El artículo 14 bis de la misma, que establece el derecho a la vivienda digna, vacaciones pagas, seguridad social integral e irrenunciable, protección integral de la familia, participación de los trabajadores en las ganancias de las empresas y control de la producción, y otros derechos sociales; es directamente letra muerta.¿Es efectivo que nuestra libertad de pensar y expresar las ideas es tan substancial como creemos? ¿Es efectivo que se toleran todos los partidos políticos cualquiera que sea su ideología? La libertad de prensa es una de las cosas de que más alardea la clase dirigente. Pero ¿existe ahora, verdaderamente, libertad de prensa? Todos los medios de comunicación más importantes están en manos de grupos económicos monopólicos que regulan la información que llega a la mayoría de la población y la manipulan a diario. No existe allí libertad de prensa (de los periodistas de cualquier ideología), sino libertad de empresa (de los dueños de los medios). Para el socialismo la ausencia de coerción, valiosa como indudablemente lo es, no asegura necesariamente la libertad.El mero hecho de que una ley no prohiba hacer tal cosa no significa que usted está en condiciones de hacerla. Nadie le prohibe a usted sacar un boleto de ferrocarril y salir a veranear con su familia a algún balneario o ir a la cordillera a practicar deportes, pero en la práctica usted no está en condiciones de ir, no es realmente libre para viajar, porque no tiene la plata para cancelar los gastos. ¿De qué sirven todos estos derechos si la enorme mayoría de los trabajadores jamás podrá hacer uso de ellos? Para el socialismo, entonces, la libertad significa mucho más que la simple ausencia de coerción. Para el socialismo, la libertad tiene un aspecto positivo, que para la gran mayoría del pueblo es de significación más profunda. La libertad significa poder vivir en forma completa, tener la capacidad económica para satisfacer las necesidades del cuerpo en cuanto a alimentos, vestuario y habitación, más una efectiva oportunidad de cultivar la mente, desarrollar la propia personalidad y terminar con la inseguridad.Este concepto de libertad seguramente sorprenderá a los que siempre han tenido los medios para satisfacer sus deseos y desarrollar sus aptitudes. Para ellos la libertad se mide solamente en términos de no interferir en sus derechos. Para la gran mayoría del pueblo, sin embargo, la libertad se mide en términos de más pan, menos horas de trabajo, más seguridad. Basta hacer algunas preguntas solamente, para establecer la validez de este concepto; ¿es libre un trabajador cesante que a duras penas logra subsistir? ¿Es libre una persona analfabeta a quien el régimen ha separado del mundo de los libros y de la cultura? ¿Es libre un trabajador encadenado 52 semanas a su trabajo y que nunca, en el año, está en situación de descansar, viajar, reponer sus energías? ¿Es libre un hombre en el perpetuo temor de perder su empleo y quedar cesante? ¿Es libre una persona talentosa que no puede ir a la escuela a desarrollar sus aptitudes? ¿Es libre un desocupado que no logra un empleo que le permita alimentar dignamente a su familia? ¿Es libre esta persona si su desesperación la condena a aceptar cualquier dádiva, aunque a cambio deba resignar su dignidad y hasta realizar actos reñidos con su moral e incluso con la ley? Solamente los ricos gozan de libertad en el sentido amplio de abundancia, seguridad, descanso. Los pobres no son libres. Ni pueden ganar su libertad bajo el sistema capitalista. La lucha por alcanzar el socialismo es, por lo tanto, una lucha por alcanzar la libertad.El camino hacia la libertad para la clase trabajadora está marcado claramente: Substituir la propiedad privada de los medios de producción, por la colectivización de los mismos; establecer el socialismo en reemplazo del capitalismo.Mientras el socialismo es la condición de libertad para la masa del pueblo, él priva a la clase capitalista de muchas libertades que hoy tienen. Por eso es que ellos gritan tanto de que el socialismo y la libertad son incompatibles. Debemos preguntarnos; ¿libertad para quién? Es cierto que el socialismo es incompatible con muchas libertades a las que la clase capitalista está acostumbrada. El socialismo termina con la libertad de ésta para colocar su propio bienestar por sobre el bienestar general; termina con la libertad para explotar a otros; liquida la libertad de poder vivir sin trabajar.Para todo el resto de nosotros, el socialismo significará más -no menos— libertad efectiva. Y no nos preocupemos demasiado con la pérdida de libertad que tendrá la clase capitalista, pues ésta se ha conseguido a expensas de los que hoy día tienen muy poca.El socialismo y el capitalismo tienen conceptos diferentes de la libertad. Para los socialistas el hecho de que el pueblo expropie los medios de producción y organice la producción de acuerdo a un plan central, significa libertad; para los capitalistas significa todo lo contrario. ¿Quién tiene la razón? El punto de vista del socialismo tiene, por lo menos, el mérito de ser consistente. Si estamos en favor de la democracia política, siguiendo el mismo razonamiento, debemos estar en favor de la democracia económica.Marx utilizó el término “dictadura” para referirse a todo Estado, es decir a cualquier estructura mediante la cual una clase social en el poder fuese capaz de emplear la violencia contra otra clase o clases que no estuvieran en el poder y que intentaran cuestionar el orden vigente. Naturalmente que el empleo de esa violencia no es siempre uniforme sino depende de la resistencia que la clase dominada oponga al ordenamiento social. Cualquier Estado, en tanto esté potencialmente, dispuesto a usar la fuerza, es una dictadura, en este sentido. Serían así “dictaduras”, tanto la de Videla, como los gobiernos de Alfonsín, Menem, De la Rúa, o Kirchner, por ejemplo, a pesar que la violencia o la represión ejercida por cada uno haya sido muy dispar, e incluso aunque sólo haya estado preparado para ejercerla.Al sostener que en el período de transición (socialismo) hacia el comunismo sería necesario que existiera un Estado de los trabajadores, dado que la burguesía desplazada del poder no resignaría sus privilegios de la noche a la mañana, sino que durante un período histórico intentaría derrocar a los trabajadores en el poder, apelando inclusive al apoyo de las burguesías de otros países; Marx llamó, coherentemente, a dicho Estado “dictadura”, la “dictadura del proletariado”. Al ser un Estado que responde a los intereses de la mayoría, a diferencia del -Estado burgués-, es un Estado democrático (la palabra democracia significa etimológicamente “gobierno del pueblo”). No habría por tanto contradicción alguna en hablar de “dictadura democrática del proletariado”.Sin embargo, este término “dictadura”, resultó muy poco feliz para describir el Estado Popular, a pesar de su basamento científico: No solamente sirvió para que los críticos del marxismo acusaran a éste de pretender instalar un gobierno tiránico. Fue también empleado, en ciertas circunstancias históricas, por procesos originados inicialmente en auténticas revoluciones obreras y populares, pero deformados terriblemente luego. Estas burocracias que escamotearon a los trabajadores sus revoluciones estableciendo auténticas tiranías responsables de gravísimos e injustificables crímenes. Tal el caso de Stalin en la URSS (1927-1952), y el régimen de Pol-Pot en Camboya (1975-1979).Es muy importante distinguir estas aberraciones de las limitaciones a algunas libertades públicas que algunos países socialistas, como Cuba, han debido establecer, para impedir que los enemigos de la Revolución, en este caso centralmente los EEUU, empleen su enorme poder económico y de todo tipo para socavar la Revolución. Si tenemos en cuenta el nivel de las agresiones de todo tipo, incluídas las militares, que la Revolución Cubana viene sufriendo, es evidente que no podría darse el lujo de actuar como si ellas no existieran. Permitiendo, por ejemplo, que los propios agresores norteamericanos establecieran periódicos y medios de comunicación propios en la isla, tal como vienen financiando a algunos grupos opositores, como ha quedado demostrado. La actitud de una sociedad de defenderse ante las agresiones, la podemos ver no sólo en las Revoluciones (recordar el fusilamiento de Liniers y otros realistas por la Revolución de mayo, por ej.), sino en los propios países capitalistas “democráticos”. En los EEUU, no solamente el 11/9/2001 generó una ola de restricciones a las libertades; en la Segunda Guerra los descendientes de japoneses fueron confinados en campos de concentración por motivos meramente raciales, etc.A pesar de las presiones imperialistas, Cuba no ha llegado a extremos como éstos, lo cual no implica desconocer el peligro que situaciones muy prolongadas de agresión y bloqueo, puedan favorecer que sectores burocráticos abusen de la necesidad de establecer algunos controles, invadiendo innecesariamente espacios de libertad de los ciudadanos. 19.- La Cuestión de la violencia Debido a que los marxistas siempre han advertido, basándose en muchas experiencias históricas, que las revoluciones han venido acompañadas por el uso de la fuerza y la violencia, se supone comúnmente que ellos “creen en el uso de la fuerza y la violencia”. Esto no es verdad.Los marxistas no defienden el uso de la violencia. Nadie en su sano juicio lo hace. Nada sería mejor para los marxistas que la transformación de la sociedad capitalista en socialista por medios pacíficos. Sin embargo, los marxistas advierten que los intentos de la clase trabajadora por imponer la voluntad de la mayoría y hacer los cambios necesarios encontrarán la resistencia de la clase dirigente, que combatirá hasta el final para mantener el viejo orden social. Todavía más, hacen presente que el uso de la fuerza por parte de la clase trabajadora, una vez en el poder, se justifica como medio de impedir que sea derribada por la contrarrevolución capitalista desplazados ayudados por el imperialismo internacional. Los marxistas miran la transición del capitalismo al socialismo como una transición desde el despotismo a la libertad. Están consientes de los peligros inherentes al período de transición. Es posible que se derrame sangre, que se pierdan vidas. Pero hay que preguntarse: ¿Cuál es la alternativa? ¿Es una alternativa a las pérdidas de vida que puede acompañar en algunas circunstancias a la revolución socialista, el término de los sufrimientos, la desaparición de las matanzas a escala mundial, no más violencia, no más pérdidas de trabajadores? De ninguna manera. La alternativa a la revolución socialista es más sufrimientos, más sangre, más violencia, más pérdidas de vidas obreras dentro del país. Y en escala mundial, la posibilidad de guerras capitalistas. Los libros de historia relatan, con horror, la historia de miles de personas que murieron durante la Revolución Francesa. En verdad es una narración trágica. Pero comparemos el total de vidas perdidas en esa revolución -estimadas en 17.000-, con los soldados caídos en una sola gran batalla de la última guerra, y en el total de esa y otras guerras: Millones y millones de trabajadores de todo el mundo muertos, y sufrimientos sin cuento para las clases modestas, y todo ello para la mayor gloria y majestad de los grandes consorcios armamentistas. Cada triunfo del socialismo y de las clases trabajadoras significa alejar el peligro de la nueva matanza que han estado preparando: los insaciables consorcios capitalistas. Hace ya poco más de un siglo y medio que Carlos Marx y Federico Engels explicaron a los trabajadores de todo el mundo, en el Manifiesto Comunista, cómo se podía llevar a cabo la transición del capitalismo al socialismo, la próxima etapa en el desarrollo de la raza humana. Y el 12 de enero de 1848, unas pocas semanas antes que los creadores del socialismo científico publicaron su inmortal trabajo, un gran hombre surgido del pueblo, en los Estados Unidos, se levantó en la Cámara de Diputados de ese país para decir algo sobre los derechos del pueblo. Esto es lo que dijo Abraham Lincoln acerca del derecho del pueblo para hacer su revolución:"Cualquier pueblo, en cualquier parte, estando inclinado a hacerlo y teniendo la fuerza, tiene el derecho a levantarse y destruir el gobierno existente, y formar uno nuevo más adecuado a sus intereses. Este es el derecho más valioso, el más sagrado, y tenemos confianza que será el derecho que libere al mundo. Ni se limita este derecho a los casos en que la totalidad de la población quiera ejercitarlo ante el gobierno existente... Basta la mayoría del pueblo para hacer la revolución, aplastando a la minoría que se oponga a este movimiento. Tal minoría fue precisamente el caso de los Tories (los conservadores) en nuestra propia revolución. Está en la esencia de las revoluciones que ellas no sigan las viejas líneas o las viejas leyes, sino que rompan con ambas y se hagan otras nuevas". Los capitalistas ya no se atreven a argumentar contra la democracia política. Pero ellos están contra la democracia económica, afirmando que es un golpe contra la libertad. ¿Pero un golpe contra la libertad de quién? ¿Están preocupados ellos de que todas las personas compartan las satisfacciones de la vida, o están preocupados solamente de la libertad de la propiedad privada sobre los medios de producción, a fin de mantener su privilegiada posición? El bajo nivel de la productividad del trabajo humano fue la justificación histórica de la división de la sociedad en clases, para la explotación del hombre por el hombre; de que la libertad fuera el privilegio de una pequeña minoría. Esta situación ha terminado.Ahora, por primera vez en la historia, es posible abolir las clases, arrojar la explotación del mundo entero y enriquecer la calidad de la vida humana, eliminando la miseria, terminando con la inseguridad, dando acceso a todo el pueblo al mundo de la cultura; disponer del tiempo necesario para el descanso, el estudio y el desarrollo de la personalidad del hombre. Sí, no es nada fácil establecer el socialismo; pero no es tarea imposible para la clase trabajadora. La clase trabajadora argentina unida a sus aliados, construirá el socialismo en este país y habrá libertad para todos, no para unos pocos. 20. — El Camino al Poder Los marxistas sostienen que para transformar la sociedad se necesita de una revolución. Estiman que la transición del capitalismo al socialismo no puede alcanzarse en cualquier momento, sino solamente cuando las condiciones estén maduras para la transformación. No están en favor de que una minoría se haga cargo del poder; la revolución puede tener éxito solamente cuando la gran mayoría del pueblo apoye a la clase trabajadora organizada en una fuerza política que unifique y encabece sus luchas, conscientes de lo que significa alcanzar el poder cuando la clase dirigente se encuentra desorientada por la agudización de los problemas debido a la acción del Imperialismo y las contradicciones internas de la economía argentina.La revolución no es el simple cambio en el personal dirigente del gobierno; reemplazando a unos miembros de la clase dirigente por otros, como resultado de una rebelión o insurrección. Para los marxistas el término revolución tiene un significado mucho más profundo. Es la transferencia del poder político de una clase a otraEl tipo de revolución por que luchan los marxistas, la revolución socialista, significa, concretamente: la transferencia del poder de la clase capitalista a la dase trabajadora; significa revisar las relaciones entre los trabajadores y los capitalistas, de manera que la clase trabajadora se convierta en la clase dirigente; significa eventualmente la destrucción del capitalismo a través de la socialización de los medios de producción.La captura del poder político por la clase trabajadora es el primer paso en la revolución. El segundo paso es el reajustar el orden social y aplastar la resistencia al cambio por parte de la clase capitalista.
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