Representan los mismos intereses económicos estratégicos, no son nada más que líneas internas (por "derecha" y por "izquierda") del lobby sionista que controla el Imperio, pero difieren en la formalidad del discurso político. Unos son "conservadores" y otros "progresistas", pero sólo en el discurso político. Compiten periódicamente por el control de la Casa Blanca y el Congreso, pero se complementan luego en la defensa y articulación de una misma política imperial en defensa de los grandes conglomerados económicos-financieros de Wall Street y el Complejo Militar Industrial. Debajo de ese paraguas de defensa corporativa del Estado USA, desarrollan su propia guerra interna para conseguir votos y posicionarse en la pirámide del poder imperial. Hoy están nuevamente en guerra electoral por el control del Congreso, en noviembre, pero lo que no le queda claro a los expertos es si los sectores ultraderechistas más extremos no quieren avanzar más allá: Un golpe de Estado institucional contra Obama.
Informe
IAR Noticias /
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Un poco de campaña electoral demócrata, y otro poco preocupación real, entre los medios y analistas norteamericanos llama la atención el sesgo de virulencia "extrema" que va adquiriendo la campaña electoral de los republicanos cargada de consignas ideológicas y racistas contra Obama.
La promocionada acusación realizada por Liz Cheney (la hija del ex vicepresidente, referente doctrinario del lobby sionista de "derecha") de que el Departamento de Justicia protege a funcionarios que colaboraron con Al Qaeda ha provocado una cadena de críticas en los sectores "progresistas" que sostiene que el acoso de la "derecha" responde a un plan de desestabilización contra Obama.
Un grupo de extrema derecha llamado Keep America Safe (Proteger América), del que es fundadora Liz Cheney, una abogada que trabajó para el Departamento de Estado durante la pasada Administración, expuso su visión la pasada semana en su página digital.
Mediante un vídeo titulado "Los Siete de Al Qaeda" conminaba al Departamento de Justicia a revelar los nombres de siete de sus empleados que en el pasado habían defendido como abogados a presos de Guantánamo o sospechosos de "terrorismo".
El argumento es que el Gobierno de Obama está "protegiendo a terroristas" y que serían éstos los que decidirían la suerte de sus compañeros en Guantánamo.
El fiscal general, Eric Holder, se negó a revelar los nombres de los abogados que cumplieron con el deber constitucional de defender a personas acusadas. Pero la cadena Fox y las usinas conservadoras han prometido investigar a fondo y creen haber descubierto ya la identidad de los siete funcionarios.
En este escenario, analistas del "liberalismo" comunicacional , creen que el acoso político a Barack Obama se fue muy lejos y ya tiene claras raíces golpistas.
Un columnista de The Washington Post, Eugene Robinson, cree que un caso como el de Liz Cheney alerta dramáticamente sobre el regreso del mccarthismo.
"Esta vez quizá han ido demasiado lejos, pero probablemente ya están preparando la próximo Gran Mentira", escribe Robinson.
Para The New York Times, el auge de la extrema derecha en el Partido Republicano, el resurgimiento de milicias populares en algunas áreas del país, el crecimiento alarmante de las ventas de armas y de la liberalización de su uso, contribuye a crear un clima político "preocupante".
Desde las usinas de los demócratas, aseguran que más allá de la campaña electoral, los conservadores conspiran para derrocar a Obama, particularmente desde la cadena Fox y de la revista The Weekly Standard, la biblia del pensamiento neocon, desde donde surgen las consignas medulares de la "agitación extremista".
Según una revelación de The Washington Post, un dossier de 72 páginas fue presentado el pasado 17 de febrero por dirigentes del Comité Nacional Republicano (CNR, el máximo órgano del partido) a un grupo selecto de recaudadores de fondos electorales en una reunión privada en Boca Grande (Florida).
El documento incluye los mensajes que deben ser repetidos y las políticas que deben ser defendidas entre simpatizantes y electores a fin de obtener apoyos y dinero.
La presentación corrió a cargo del presidente de finanzas del CNR, Peter Terpeluk, y el director de ese mismo departamento, Rob Bickhart, es decir los dos principales responsables del Partido Republicano en la planificación de las recaudaciones para las próximas campañas.
La parte más destacada del documento es la que alude a la manera en que debe calificarse al actual Gobierno. La portada está titulada: "El imperio del mal" y en ella aparecen los rostros de Obama, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y el líder demócrata en el Senado, Harry Reid, caracterizados, respectivamente, como el Joker de Batman, Cruella DeVille, la malvada de 101 Dálmatas, y Scooby Doo, el estúpido perro de los dibujos animados.
En el texto figura la pregunta "¿Qué puedes vender para ganar la Casa Blanca y el Congreso?", a la que se responde: "Salvar al país de la caída hacia el socialismo".
La foto de Obama, confundido con el Joker de Batman, es el emblema principal en los actos de los Tea Party, el movimiento ultraderechista que lleva la iniciativa dentro de la oposición republicana.
Los demócratas utilizan este ejemplo para demostrar que esa imagen es una prueba de que el Partido Republicano está siendo presionado por ese grupo, que tiene recursos y medios para alcanzar el poder.
Varios congresistas republicanos de primera fila, entre ellos su líder en la Cámara de Representantes, John Boehner, confesaron tener simpatías por los Tea Party.
El más que probable candidato presidencial republicano, Mitt Romney adhiere al grupo que califica de "socialista" a Obama. Cuando se habla de "socialista" en EE UU no se alude a la socialdemocracia europea, que está integrada en el Partido Demócrata, sino al "comunismo soviético".
Pero si bien crece el debate sobre los verdaderos alcance los ataques de la "derecha" contra Obama, desde las trincheras conservadoras surgen versiones sobre que el propio Obama está utilizando esas versiones para "victimizarse".
Hay versiones que sostienen que, a diferencia de Bush, que inventaba conspiraciones con el "terrorismo islámico" para perseguir y espiar a sus enemigos internos, Obama prepara el terreno para la utilización de la conspiración de "derecha" con el objetivo de ganar las parlamentarias en noviembre.
No bien asumió la presidencia, en enero de 2009, y como parte de su guerra por el poder con los republicanos (lobby judío conservador), la administración demócrata de Obama (lobby judío liberal) decidió lanzar al ruedo el peligro del "extremismo de derecha" para crear el fantasma de una conspiración interna.
En abril de 2009, el Departamento de Seguridad Interior de Estados Unidos alertó sobre un auge de los grupos de "extrema derecha" a raíz de la crisis financiera internacional y de la elección como presidente de Barack Obama.
El informe se elaboró en cooperación con el FBI y fue difundido entre las autoridades locales y estatales bajo el título de "Extremismo de extrema derecha: el clima económico y político actual favorecer la radicalización y el reclutamiento".
De hecho -apunta el documento- durante la campaña para las pasadas elecciones presidenciales ya se frustraron potenciales ataques contra Obama planeados por grupos derechistas xenófobos radicalizados.
¿Hay una conspiración para derrocar a Obama?
Las líneas son difusas: Los datos sobre la actividad de los supuestos "conspiradores", se mezclan con los propios intereses de Obama y del Partido Demócrata que (con su gestión debilitada y su imagen por el piso) necesitan seguir controlando el Congreso después de noviembre.
La guerra interna imperial
La línea demarcatoria entre "derecha" (imperial) e "izquierda" (imperial) transciende los planos internacionales y se proyecta como un meridiano discursivo diferenciado entre los gobiernos que gerencian el Estado capitalista en Europa, Asia, Africa y América Latina.
Es más, esta guerra por el poder interno fue el determinante central del reciente golpe de Estado en Nicaragua, donde finalmente los golpistas (el Pentágono y los ultraconservadores) se pusieron de acuerdo con Obama (el Departamento de Estado y los demócratas) para reinstaurar la "democracia" sin el golpeado Zelaya.
También se proyecta en la política exterior, principalmente en Medio Oriente, donde el sionismo israelí de "derecha" (Netanhyau) mantiene diferencias discursivas en cuanto al abordaje de la cuestión de la resistencia islámica con el sionismo de "izquierda" encarnado en Obama.
Es importante plantear esta falsa línea antinómica por un razón central: Está destinada a confundir y a paralizar la resistencia creando una falsa imagen de "Imperio bueno" (que negocia en democracia) e "Imperio malo" (que actúa solo con políticas militaristas).
En los hechos, Tanto Obama como McCain (el ex candidato presidencial de la "derecha") rezaron en el Muro de los lamentos y buscaron la aprobación de sus respectivos diplomas de candidatos presidenciales en discursos pronunciados ante la AIPAC y las principales instituciones del poder sionista de EEUU.
Cualquiera de los dos que llegara a la Casa Blanca tendría que seguir la agenda marcada por los intereses estratégicos imperiales, escritos más allá de las personas y de las circunstancias.
Compañero: te invito a pasar por mi blog que con humor defiende a la izquierda peronista y a los revolucionarios de América, como Evo y Chávez.
ResponderEliminarMe gustaría que en los comentarios de mi página me ayudes a defendar a Chávez (que tiene bastante mala prensa debido a que la derecha controla los medios)
Si estás de acuerdo, podemos hacernos seguidores mutuos.
¡Un abrazo!