sábado, 20 de marzo de 2010

La Lógica Psicopática Israelí: Los israelíes no pagan nada por la injusticia de la ocupación


Gideon Levy
Haaretz
Traducido del hebreo para Rebelión por J.M.y revisado por Caty R.
20/07/09

En realidad, ¿quién necesita todo esto? El presidente de Estados Unidos invierte gran parte de su precioso tiempo y de su buena voluntad intentando convencer de la necesidad de acabar con el conflicto, los europeos están dispuestos a entrar en acción, medio mundo aguarda; pero, vamos, seamos sinceros: ¿por qué cargar con toda esta historia? Los colonos podrían hacer oír su terrible voz y cerrar los puestos de control, el ejército podría descender de su gloria, las noticias volverse aburridas, las viñas de los Altos del Golán podrían clausurarse y perjudicar la boutique del vino de Ofrah.

La vida en Israel es genial, ¿quién tiene tiempo para pensar en la paz, en las negociaciones, las retiradas, el "precio" que debemos pagar y todo ese desorden innecesario? Los cafés bullen, los restaurantes están repletos, los lugares de vacaciones llenos, los mercados desbordados, la televisión anestesiante, embotellamientos en las carreteras, festivales a todo trapo, 'la Scala' actuó en el parque y le seguirá Madonna, las playas llenas de público local y de veraneantes, el verano de 2009 es maravilloso, entonces, ¿por qué deberíamos cambiar?

Los israelíes no están pagando ningún precio por la ocupación. En Israel, la vida es infinitamente mejor que en otros países. La crisis financiera mundial repercutió menos en Israel que en otros lados; hay pobres, pero no tantos como en el Tercer Mundo, tampoco los ricos ni la clase media se vieron seriamente afectados. La seguridad está controlada. No hay ataques terroristas, no hay árabes: cuando el terrorismo se calma, como ha ocurrido en los últimos años, ¿quién recuerda que existe un "problema palestino"? El ejército y el primer ministro Benjamín Netanyahu pueden seguir asustándonos con la amenaza del peligro terrorista, pero, mientras tanto, éste no existe; la amenaza nuclear iraní también es, por ahora, una posibilidad vaga. La vida en Israel, de momento, es segura.

Es cierto, de vez en cuando irrumpe una ola de violencia, pero en general sucede en lugares periféricos, que no interesan a nadie que viva en el centro del país, cohetes Kassam sobre Sderot o Katiushas sobre Kiryat Shmona, ¿a quién le importa? Después viene un período de calma, como ahora. El muro, la prensa, el sistema educativo y la propaganda política hacen un magnífico trabajo haciéndonos olvidar lo que necesitamos olvidar y ocultando lo que hay que ocultar. Ellos están allá, nosotros estamos aquí, y aquí la vida es como la miel, no como una explosión. ¿Como si fuera Suiza? O Mejor todavía.

Siempre hemos sabido rentabilizar todos los aspectos de la vida. Practicamos el culto de la seguridad, la verdadera religión de la sociedad, y perpetuamos la memoria del Holocausto. Se puede disfrutar en Israel y además hacerse la víctima, estar de fiesta y también quejarse. ¿Dónde existe otro sitio parecido?

Los israelíes no pagan nada por la injusticia de la ocupación, por eso la ocupación no acabará nunca. Sólo puede terminar cuando los israelíes paguen y aprendan el coste de la ocupación. Nunca acabarán con la ocupación por su propia iniciativa, ¿por qué deberían hacerlo? Ni el ataque terrorista más cruel de los que han ocurrido en el país ha conseguido que los israelíes entiendan la relación de causa y efecto entre la ocupación y el terror. Bajo las alas de la prensa y de los políticos, las dos fuentes de atontamiento y ceguera más importantes de la sociedad israelí, aprendimos a pensar que los árabes nacieron para matar, que todo el mundo está contra nosotros, que el antisemitismo es lo que predomina en las relaciones con Israel, que no existe relación entre nuestras acciones y el precio que pagamos de vez en cuando.

Ya sea un boicot internacional o un terrible derramamiento de sangre, no se ven en el horizonte cercano, entonces, ¿de qué deberíamos preocuparnos? Es cierto que el mundo comenzó a mirar con mala cara a Israel, pero, ¿qué importa? Los israelíes están convencidos de que de todas formas el mundo los odia. Todo el tiempo que puedan seguir disfrutando de los placeres, no hay razón para preocuparse. Intenten preguntar a los israelíes por qué se encierran, sólo oirán desdén, nunca una autocrítica. Los israelíes no sólo disfrutan, sino que también están muy satisfechos de sí mismos, de su alto grado de moralidad, de su ejército y de su país.

Todo esto sería estupendo si no fuese porque la ceguera es peligrosa y se prevé un final poco feliz. Otro verano genial en Tel Aviv -y en Gaza y en Jenin- pero una parte del mundo nos lo escupirá al rostro. Y entonces pondremos caras de sorpresa, de pobres víctimas, eso que a nosotros nos gusta tanto.

Comentario: Esta es la lógica que está manejando la sociedad israelí a costa de la sangre palestina. El confort físico es lo que les preocupa a las personas de Israel, mientras sus líderes sedientos de sangre siguen creando destrucción y genocidio en los territorios ocupados.

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